Los seres humanos nos vemos permanentemente abocados a elegir. Son nuestras elecciones las que nos llevan a diversas situaciones. Pero cuando no lo hacemos, cuando elegimos no elegir, se forma un caos. Y un caos es el que literalmente vive John, uno de los personajes de la obra Cock, del dramaturgo británico Mike Bartlett, que se estrenó en Guayaquil, dirigida por Carlos A. Ycaza, quien debuta en el arte teatral con esta pieza contemporánea y provocadora, que ha cosechado galardones, a nivel internacional, por los montajes que han hecho de ella diversos elencos.
Una sala repleta de gente, con sillas ubicadas en forma cuadrangular, fue testigo del desarrollo de esta historia de indecisiones y de exploraciones en los gustos y afinidades personales. Antes, una joven mujer dio pautas con voz imperativa: Apagar los celulares. Y de inmediato, en ese espacio, ante las miradas atentas de los espectadores, aparecieron dos hombres: uno era John, interpretado por el actor Juan Pablo Asanza. El otro, H, asumido por Ricardo Velasteguí, quien, intenso, le espetaba a su compañero la encrucijada en que su relación se hallaba. John apenas balbuceaba algo. Pronto se entendió que se trataba de una discusión de pareja. Y poco a poco fueron apareciendo más aristas.
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Apareció una mujer, interpretada por Luciana Grassi, quien en la obra es M y el centro del conflicto: John se ha enamorado de M o tal vez no. O quién sabe. Ni él lo sabe. Al parecer ama a H o creyó que lo amaba. Y ahora se debate en ese conflicto: él o ella. Uno de los dos. Ambos lo impelen a decidirse y John está en el centro, sin atinar qué hacer. En el fondo, el problema no son los otros. Es él. Esa dualidad. Esa forma de no asumirse, esa ambigüedad, que la obra tan bien escenifica, pese a los desniveles actorales y a las fallas de vocalización. La voz de Asanza no logra proyectarse. Es bastante difícil entenderle algunas palabras. Un aspecto que manejan, en cambio, con mucha solvencia Velasteguí y Grassi, cuyas voces llegan nítidas a los oídos de los espectadores.
Aunque la obra aborda un tema homosexual, ese detalle pasa a un segundo plano en la historia. O a ratos se olvida. Lo que vemos allí y nos engancha son esos seres humanos en la privacidad de sus vidas, en su intimidad, en su gama de conflictos. Unos conflictos que tienen que ver más con la condición humana que con una orientación sexual. Por eso no es grotesco el beso entre H y John, ni tampoco la escena en la que John y Grassi destilan un gran erotismo. Un erotismo que logran hacer emerger sin siquiera rozarse.
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La no utilización de una escenografía hace que el público se fije ciento por ciento en la historia, en los actores que están sin más recurso que sus palabras y sus emociones. Únicamente las luces, que se encienden o apagan, y el silbido de un pito marcan algunos momentos en la puesta en escena, que son pausas y que sirven para armar esta historia, que no se cuenta de manera cronológica, sino fragmentaria. Y esos fragmentos, unidos, cobran sentido. Tejen significados hasta lograr un final intenso, que el público saluda de pie.
Para entonces atrás ha quedado ese Asanza que parecía, en el inicio, iba a hacer naufragar la historia. Ha ido ganando solvencia en el escenario. Su John crece, muta. Ha hecho que las miradas estén sobre él y que de alguna manera todos seamos un poco H o M y estemos a la espera de su palabra. De su decisión.
Cock es un buen debut de Ycaza como director. Logra traer a escena a un dramaturgo inédito en este país.
Datos
La obra teatral Cock, dirigida por Carlos A. Ycaza, se presenta en última función hoy, a las 20:30, en la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte (km 4,5 vía a Daule). Entrada, $ 20.
Actúan Juan Pablo Asanza, Ricardo Velasteguí, Luciana Grassi y Luis Secaira. Es para mayores de 18 años. En la música colabora Daniel
Sais y en la asistencia de dirección está Cindy del Salto.