Cuando tenemos pareja, nuestro instinto nos suele jugar malas pasadas, volviéndonos posesivos y hasta un “poco” celosos.

El miedo a la traición, a la infidelidad, al abandono, nos hace aflorar nuestro ‘yo’ más animal. Pero si no somos capaces de controlar esta situación, si no aprendemos a relajarnos y a disfrutar de la relación, si nos dejamos llevar por la obsesión, probablemente acabaremos por ahogarla y destruirla.

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Según la psicóloga Carla Nieto, todo ser humano necesita su espacio único e íntimo. “Esto no indica que se quiera menos a la pareja sino que cada individuo tiene derecho a la soledad de vez en cuando, sin tener que dar explicaciones a nadie sobre lo que hace o deja de hacer por más que se viva en pareja”.

Destaca que hay parejas que son capaces de respetar el propio hábitat o aquellos momentos en los que se necesita estar a solas, pero hay otros a los que les resulta muy complejo separar la propia identidad de la del compañero.

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“La posesión, los celos, el sentir que el otro es propiedad de uno, son las características más habituales en estos casos. En ocasiones la obsesión puede ser tan grande que se siente asfixia”, recalcó la especialista.

Nieto sostiene que si esto ocurre hay que sentarse tranquilamente y conversar al respecto para que esta sensación de agobio no siga avanzando.

A dar libertad

La psicóloga Marina García expresa que por más amor que se le tenga a la pareja, ambos deben entender que la libertad es un derecho que debe respetarse.

“No se está unido a otro para sentirse esclavo o en una cárcel, sino para crecer en un mismo sentido, pero sin perder la propia esencia”, sostiene la especialista.

Además, indica que en una relación ambos deben estar predispuestos al diálogo sobre cualquier tema que les preocupe o interese.

El teléfono móvil, la agenda, el correo electrónico y la correspondencia son cosas privadas que aunque se sienta curiosidad deben quedar al margen de todo tipo de investigación por parte de la pareja, pero si con el pasar del tiempo nada cambia, es mejor terminar por lo sano y evitar hacerse daño.