El Inquieto Anacobero o El Jefe, como llamaban al puertorriqueño Daniel Santos, fue contratado en 1956 por un empresario de apellido Romero para actuar en el desaparecido teatro Apolo, en las calles guayaquileñas 6 de Marzo entre Aguirre y 10 de Agosto.

En los alrededores había pequeños puestos con personas que vendían relojes, anillos, aretes, cadenas, camisas, pantalones usados, etcétera. Eran los cachineros, quienes compraban objetos robados pero los ofrecían libremente.

El teatro se distinguía por presentar a cantantes de fama internacional. Recuerdo que con la gallada de mi barrio bravo de las calles Alcedo y Santa Elena (“Alcesan”) vimos y escuchamos a Felipe Pirela, Rolando La Serie, Rosita Quintana, Roberto Ledesma, al cómico mexicano Clavillazo; contratados por el empresario Ernesto Albán o don Evaristo, de las teatrales estampas.

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El teatro era de madera. Nosotros íbamos a la galería (parte alta), cuya entrada costaba 5 sucres.

La luneta (parte baja) costaba 20 sucres. Aquel día el teatro estaba repleto. La capacidad de 1.500 personas se superó.

El artista fue ovacionado, pero desde la primera melodía se le notó la afectación a la garganta. No atrajo. Y como el público no aguanta mucho, armó un escándalo, rompió muebles, lámparas; lanzó botellas, hubo fuego, etcétera. Felizmente lo rescató la policía y lo llevó detenido al Cuartel Modelo. Ahí a los presos les compró camas y colchones para que durmieran decentemente. Los admiradores lo visitaron.

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Hubo muchas versiones acerca del impedimento de cantar del Anacobero. El comisario después de algunos años recordó en el desaparecido diario La Razón de Guayaquil, que el portorriqueño no pudo actuar porque le faltó una droga que no le llegó del extranjero. Pero don José Espinoza Sánchez cuenta en su libro Señor bolero, que el cantante y el empresario Romero se habían servido cebiches con mucho ají y cerveza helada, lo que le constriñó las cuerdas vocales, según el diagnóstico del médico que lo atendió.

Santos aprovechó el incidente del teatro Apolo para componer la guaracha Cataplum pa’ dentro anacobero y el bolero Cautiverio. Fue un cantautor que vivió intensamente cada uno de sus temas. Es un recuerdo de sus vivencias.

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César Augusto Burgos Flor,
licenciado, Guayaquil