Un perro delgado y que desprendía olor a humedad aun estando seco, caminaba por las calles de la serie Futurama. Estaba solo hasta que se topó con Fry, el protagonista, a quien se acercó gracias a un pedazo de pizza. El joven lo llamó Seymour.

Esta historia, que comenzó con aquel alegre encuentro terminó marcada por la ausencia y la tristeza. Fry queda congelado en 1999 y cuando logra regresar, en el siglo XX, halla el fósil de su perro en una exposición. El chico tiene la posibilidad de clonar a Seymour, pero está convencido de que este ya lo ha olvidado. Su corazón se equivocó.

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El can esperó por su amigo desde que él desapareció, no perdió la esperanza de verlo y aguardó, incondicionalmente en el mismo lugar, la pizzería Panucci’s. Doce años pasaron y lo único que desligó a Seymour de su causa fue la muerte. Y ese accionar mantiene viva su memoria.