Más que un perro, es un ser ficticio que conjuga en sí una parte animal y otra humana. El can de la serie Padre de familia es muy diferente a los de su especie: camina regularmente en dos patas, escribe –aunque no tiene mucho éxito– y hasta bebe alcohol. Es oriundo de Texas, EE.UU., y aunque mantiene su instinto canino, razona aun mejor que los miembros humanos de los Griffin, incluyendo a Peter, quien lo encontró y lo hizo parte de la familia.

El perro blanco Brian vuelve a ser como una persona cuando se le nota su afición al jazz, a la ópera, y cuando calienta sus cuerdas vocales para cantar un fragmento de la melodía que le guste. No por ser un perro tiene una vida fácil, pues cuenta con algunas responsabilidades, como manejar bien su Toyota Prius, pagar su tarjeta de crédito e impuestos.

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Entre el ateísmo y la creencia en un ser superior, este can realmente es un singular hallazgo de los Griffin.