Sorprendida en mi calidad de artista ecuatoriana reclamo con todo el derecho que me asiste, por la publicación de un artículo de opinión suscrito por Carlos Icaza Estrada a quien nunca antes escuché nombrar en el medio periodístico, artístico o cultural de este país; artículo catalogado bajo el esquema de ‘Crítica de Música’, en la página 6 de Vida y Estilo de EL UNIVERSO, el lunes 23 de julio de 2012. Ha sido redactado, al parecer, con la intención de generar una crítica al evento de conmemoración de los 85 años del Club Rotario de Guayaquil.
Se ilustra el artículo con la fotografía de mi persona cuestionada en el mismo, lastimosamente por alguien que al parecer desconoce del arte que ustedes han puesto a criticar. Carlos Icaza Estrada muestra ignorancia en temas musicales, y se permite decir a través de las páginas del Diario, con la repercusión pública que estas tienen en el país y el extranjero, que Astrid Achi cantó: 1) con “su débil vibrato”; 2) que “el color de su voz parecía de mezzo antes que de soprano”; 3) que “se sentía como que no se aventuraba a alcanzar el registro más alto”; 4) “carente de pasión, no pudo empujar a la orquesta a que toque como debía, con el ímpetu y la alegría de una banda de pueblo”.
1) No se usa vibrato para cantar himnos, canciones, marchas, en el vocablo de técnica de la voz de la cual soy magíster desde hace 20 años, no es propio; solo en áreas de ópera, áreas antiguas, música clásica, etcétera, se usa el mencionado inapropiadamente vibrato; la canción que interpretaba era Mi ciudad, que es una marcha. 2) Cuando se canta una marcha no se puede utilizar la tesitura de soprano, se baja unos dos tonos para poder hacer asequible a la audiencia el mensaje literario de la obra que se está interpretando. 3) Un intérprete se rige al tono marcado en la nomenclatura de la partitura musical, jamás se puede cambiar de tonalidad “para alzar”, ni existe esto mencionado de “alcanzar un registro más alto”. 4) Mi papel al cantar, no es empujar a una orquesta, eso es función del director, yo soy soprano profesional, mi contacto visual como solista es directamente con el director. Si bien comenzaron muy lento, la orquesta sigue a la batuta del director. Mi pasión por cantar la música de mi ciudad jamás ha estado en tela de juicio, es precisamente lo que siempre más se recuerda de mis presentaciones en canciones guayaquileñas. Y con todo respeto, si el señor Icaza Estrada desea oír la hermosa pieza Mi ciudad interpretada por una “banda de pueblo”, pues que vaya a una presentación de ese tipo. No era el foro ni el auditorio para ello, y no creo que la marcha Mi ciudad –regalo a Guayaquil del maestro Ángelo Negri y de Pedro Maspons y Camarassa– deba ser interpretada bajo esos parámetros de “banda de pueblo”. En ese foro, los 85 años del Club Rotario de Guayaquil, estábamos engalanando con literatura escogida de primer nivel y música emblemática a nuestra máxima cuna terrena: Guayaquil.
Publicidad
Sorprendida por esta crítica realizada sin pericia, envié un detalle mediante medios electrónicos al autor de la misma, a lo que el señor Icaza Estrada tuvo a bien responderme que él utiliza los términos de acuerdo a las definiciones del Oxford Dictionary of Music. Ante esto, me queda mucho más claro que él carece de los conocimientos necesarios o la pericia básica en el área, más allá de lo que le otorga un diccionario.
Astrid Achi Dávila,
soprano, Guayaquil