El clavadista británico Nicholas Robinson Baker camina varios pasos por la plataforma de tres metros de alto antes de realizar su salto en uno de los entrenamientos, pero enseguida llama la atención su tatuaje de gran tamaño en la parte izquierda del pecho. Se trata del símbolo de los Juegos Olímpicos.

En este certamen mundial son tradiciones que la delegación de Grecia desfile primero, por ser los creadores de la competencia, o que la antorcha recorra lugares icónicos del país anfitrión antes de encender el pebetero. Pero una nueva tradición no oficial parece contagiar a los deportistas: tatuarse los cinco aros de colores.

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Así como en Robinson, los anillos azul, negro, rojo, amarillo y verde también se han podido observar en la piel de otros participantes, principalmente de la natación, quienes por lo general eligieron la espalda para la colocación del tatuaje. La nadadora estadounidense Dana Vollmer lo tiene en la parte inferior del dorso, mientras que el canadiense Brent Hayden, unos cinco centímetros debajo de la nuca.

“Muchos los quieren donde todo el mundo los pueda ver”, dijo Vollmer en una entrevista con el diario The New York Times. “Las mujeres los prefieren donde solo se los vean cuando están nadando. Cuando yo me hice el mío, fui muy consciente de que algún día usaría un vestido de novia y no quería que mi tatuaje fuera visible mientras caminaba hacia el altar”, agregó la nadadora, quien se tatuó luego de ganar el oro en 100 metros mariposa en Atenas 2004.

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Otros deportistas que recurrieron a la tinta por haber alcanzado los Olímpicos le agregaron un toque creativo al logo, como la polaca Marta Pihan-Kulesza, de gimnasia artística. Un traje con escote en la espalda le permitió lucir en la competencia del domingo el ícono de los Juegos con un agregado de espirales, flores y una mariposa. Otros de los acompañantes en los tatuajes también han sido la antorcha, un escudo nacional y la palabra ‘Beijing’ en los que participaron en la edición del 2008.

El ahora retirado Chris Jacobs es considerado el primer nadador en los Estados Unidos en tatuarse los aros olímpicos en 1988, luego de haber ganado tres medallas en Seúl ese mismo año. Jacobs, quien tiene los aros en el bíceps, contó al The New York Times que admiraba el tatuaje de la hoja de maple, característica de Canadá, en el cuerpo del nadador Víctor Davis y eso lo convenció.

“El tatuador me dijo: ¿Sabes que tienes que tener esto en seco durante diez días debido a que el agua clorada lo mata por completo?’”, relató Jacobs al rotativo. “Tenía que tener una coartada perfecta para perderme del entrenamiento, por lo que me inventé un virus con síntomas terribles para perderme unos días”, confesó el exnadador, de 47 años.

Pero los aros olímpicos no son los únicos que se han visto en las pieles de los deportistas, muchos muestran tatuajes personales muy llamativos, que además son colocados en las partes más visibles, dependiendo de la disciplina que practican. La italiana Vanessa Ferrari, campeona mundial de gimnasia artística, deja ver una delicada mariposa en el tobillo cada vez que se desempeña en la viga de equilibrio; el ecuatoriano Carlos Sánchez, en cambio, demuestra la rudeza del boxeo con una especie de pantera en el hombro izquierdo. Ambos deportistas eligieron lugares visibles y representativos de su deporte, al igual que los expertos en tiro al arco, quienes generalmente exponen sus insignias en las manos.

Cuando se trata del logo de los Juegos Olímpicos, los deportistas suelen esperar a que termine la competencia para tatuárselo, por si una lesión no les permite continuar. Para muchos el arrepentimiento no es la principal duda, pero sí lo es pensar en qué lugar del cuerpo puede llegar a ser más doloroso: el abdomen o el pecho para los hombres y el tobillo o las costillas para las mujeres. Y a pesar de que algunos consideran que tener un tatuaje puede ser un problema en sus lugares de trabajo más adelante, la mayoría no dejaría de plasmar en su piel haber sido parte de la élite deportiva mundial.