AGENCIAS
París.- El mundo de la moda retuvo el aliento frente a los diseños de alta costura -en Francia una denominación jurídicamente protegida-, que durante tres días se tomaron París para presentar la colección otoño-invierno 2012-2013.

En un lujoso palacio de la avenida Iena, junto al Arco del Triunfo y los Campos Elíseos de París, se vieron, por ejemplo, diseños del nuevo director artístico de la casa Dior, el belga Raf Simons (conocido por la moda masculina vanguardista), quien propuso una serie de trajes negros, de chaqueta con caderas realzadas, pantalones rectos pitillo hasta los tobillos y vestidos recogidos con un cinturón metálico.

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Tonos y contrastes entre azules, lilas y malvas muy claros, rojos, púrpuras y negros, así como el terciopelo, la seda, la organza, el gazar, y las prendas y conjuntos enteramente bordados de pedrería, caracterizaron los diseños de Giorgio Armani Privé, admirados en los podios de París por celebridades como las actrices italianas Claudia Cardinale y Sofía Loren.

Tul transparente, vestidos túnica asimétricos, negros o de colores muy claros, verdes y amarillos, cortos o largos, a veces con escote diagonal, otras portados bajo chaqueta dorada, construidos de seda o satén, ajustados al cuerpo o acompañándolo con holgura, se lucieron en los trajes del modisto brasileño Gustavo Lins.

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En la pasarela parisina estuvieron también Martin Margiela y Dries Van Noten, y de las grandes casas de los franceses Chanel, Jean Paul Gaultier y Givenchy, los italianos Valentino y Giorgio Armani y el libanés Elie Saab.

De ellos, el francés Gaultier, se decidió por el negro con algunas explosiones de color y metales; mucho glamur, romanticismo y decadencia del siglo XIX. Una colección, según dijo, inspirada en un filme de Sylvie Verheyde que vio cuando fue jurado del Festival de Cine de Cannes, en mayo.

El libanés Saab, en cambio, sorprendió con sublimes vestidos largos, enteramente bordados de perlas y cristales dignos de bailes principescos. Mientras que el francés Franck Sorbier llevó una moda de era digital al proyectar en el vestido blanco de una modelo, que recorrió la pasarela de un viejo teatro de París, imágenes poéticas y alucinantes salidas de un cuento de hadas.

Propuestas

El modisto de origen español Julien Fournié, propuso una colección en la que faldas de organza de seda enteramente cristalizada, terminaban con cremalleras de silicona de cierto brillo.

Bordados de nácar, marfil, plumas, flores o volantes, en búsqueda de un new vintage, un nuevo renacer de los mejores hallazgos de la historia de la firma Chanel, fueron traducidos al siglo XXI con el arte del estilista Karl Lagerfeld.