EFE
OVIEDO, España.- Jorge Cordero, un extransportista ecuatoriano residente en Oviedo (norte de España), cumplió ayer quince días en huelga de hambre después de que fuera desalojado de su vivienda por no pagar, desde el 2008, las letras de la hipoteca.

El migrante permanece frente a la sede de la caja de ahorros asturiana Cajastur, entidad a la que debe el dinero y a la que pide negociar una solución que aún no llega. Ayer, unos cien activistas de los indignados lo acompañaron en la protesta.

Cordero dijo que no ingiere alimentos sólidos desde hace quince días y que está "entre bien y mal": bien porque tiene esperanza de solucionar su problema y mal porque su cuerpo se debilita.

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Mientras él permanece en la calle bajo un toldo y una mesa en la que recoge firmas de apoyo, su esposa y su hija están en casas de amigos.

Tiene el respaldo de simpatizantes del movimiento de indignados y de Stop Desahucios, quienes en vano intentaron evitar el desalojo el pasado 27 de junio, hecho que desembocó en enfrentamientos con la policía que dejaron 20 detenidos.

La Plataforma de los Afectados por la Hipoteca estima que cada día hay en España una media de 159 desahucios por el impago de la hipoteca o el alquiler y que hasta el 82% de estos desalojos son a familias.

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Cordero dijo que resiste en su huelga y tiene la esperanza de una solución, pero otros compatriotas suyos, también afectados por la crisis, optan por el retorno a Ecuador.

Ayer, entre lágrimas y despedidas, un grupo de catorce ecuatorianos se embarcó hacia su país en busca de nuevas oportunidades, tras pasar por penurias en España a causa de la crisis que vive esa nación.

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Marco Vizuete, un marmolista, estaba en el grupo que regresó con su familia a Quito, tras doce años en España, de los cuales los últimos fueron difíciles porque tuvo que entregar al banco el departamento que pagó durante ocho años, recurrir a instituciones de asistencia social para sobrevivir y finalmente refugiarse en casa de algunos amigos.

"Vinimos con la esperanza de que aquí íbamos a hacernos algo de dinero, pero no fue así. Estábamos económicamente mal, por eso decidimos retornar a nuestro país con la esperanza de empezar allá de cero. Siempre con la cabeza bien alta, porque tenemos que volver a levantarnos", declaró Vizuete antes de subir al avión con su esposa y su hija adolescente.

También retornó Patricia García con sus hijos de 12 y 3 años, luego de perder su casa, estar endeudada y sin trabajo.

Su historia es similar a la de la mayoría de sus compañeros de viaje. Ecuatorianos que llegaron hace más de diez años a Madrid con planes de quedarse, pero la crisis les hizo perder el empleo y luego el techo, y los impulsó a regresar llevando solo las esperanzas de encontrar mejores condiciones de vida.

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