El 25 de junio recibí una llamada de una persona de parte de una tarjeta de crédito, haciéndome conocer que gracias a su buen manejo, me había hecho acreedor de un beneficio en descuentos del 10 al 50% en hoteles del Ecuador, y al uso de una embarcación en Galápagos con mi familia.
Dijo que por el “beneficio” que se da a los mejores tarjetahabientes, solo debía pagar mensualmente $ 18 por un año. Le expresé que no estaba interesado en ninguna promoción que debite algún valor, pero esa persona de manera poco educada me informó que eso no lo podía cancelar y que me llegaría a fin de mes el primer débito internacional. Le indiqué de nuevo que no quería que me generaran ningún cargo, y contestó que lo pondría como pendiente de recepción y que no se podía cancelar. Llamé inmediatamente al servicio al cliente de la entidad emisora de mi tarjeta, les comenté lo sucedido, y dijeron que hay empresas que usan este tipo de engaños y que podía anular mi tarjeta y generar una nueva por $ 5, para evitar un cobro de esa empresa; lo acepté para no tener problemas a fin de mes. Debe existir más control de las autoridades, y sancionar e incluso clausurar a empresas que se valen de estafas para comercializar sus productos, e informarnos cómo denunciar estos casos. Las tarjetas de crédito no deben difundir las bases de datos de sus clientes. Compartiendo mi experiencia con algunos amigos, me comentan de servicios cobrados sin nunca haberlos solicitados.
Luis Armijos Valarezo,
ingeniero, Guayaquil