En el 2009, el filme Hachiko: A dog’s story, nueva versión de la cinta japonesa de 1987, Hachiko monogatari, hizo recordar uno de los casos perrunos de amor y fidelidad más famosos: el del perro de raza akita llamado Hachiko, que esperó por su dueño casi diez años en una estación de tren.

El can fue criado por el docente Eisaburo Ueno, quien iba a su trabajo desde la estación de Shibuya (Tokio). Cuando volvía, Hachiko lo esperaba siempre en ese lugar. En una ocasión Eisabur no volvió más, pues falleció a causa de un derrame cerebral, mientras daba clases.

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Eso no fue un impedimento para que la lealtad del perro se mantuviera. Hachiko esperó cerca de una década en el mismo sitio. En 1934, año en que se erigió una estatua en su honor, Hachiko murió. Tal vez, como en la cinta de Gere, ya se encontró con su amigo al que, en vida, nunca olvidó.