“Desde pequeño me hice aficionado al cine gracias a mis padres, que siempre me llevaban”, cuenta Gerard Raad Dibo, de 77 años, profesor de profesión y crítico de cine por afición.

Su vida empezó el 14 de diciembre de 1934, en la esquina de 9 de Octubre y Boyacá , en pleno centro. Por eso afirma que él es un “superguayaquileño”.

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Su infancia fue tranquila; fue en esa etapa cuando conoció y se enamoró de la que es su mayor pasión. “Yo siempre iba (al cine) en el horario de las matinés (empezaban a las dos y media de la tarde), no importa qué película pasaban, lo importante es que iba al cine”, recuerda entre risas Gerard .

Así fue creciendo, tanto en edad como en conocimientos del séptimo arte. Él pasaba todas las tardes en el cine: El Edén, Olmedo o Apolo. “En esa época había muchos más cines que ahora”.

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Su adolescencia la pasó entre el colegio San José y su gallada de 9 de Octubre y Chimborazo, y obviamente en el cine. Al graduarse decidió estudiar Ingeniería Industrial, pero solo llegó hasta cuarto año.

Otra actividad que llegó a su vida sin pensarlo fue la docencia, dando clases de matemáticas. Esa materia lo llevó a dar clases por casi 40 años en colegios como La Inmaculada, Campos Calle, San José y Guayaquil. En el Guayaquil y en La Inmaculada incluso fue el encargado del grupo de teatro, otra de sus pasiones. “Podría decir que mis aficiones son: el cine, el teatro y la música, en ese orden. Obviamente la lectura está en todas ellas”.

También dio cine como cátedra, en un par de universidades.

Los cine-foro
Gerard, junto a otros amigos aficionados al cine, organizaron durante unos 20 años muchos cine-foro en la Casa de la Cultura. “Nosotros hablábamos antes de que comience la película (llegó a proyectar más de 1.500), le dábamos a los asistentes unas hojas para que anoten cosas de la película que le parecían relevantes. Después pasábamos el filme y cuando finalizaba hacíamos un foro”, comenta.

En esa época también hacía teatro, ya sea como actor, director, extra, de todo. “Lo que más me gustaba era dirigir, lo hice muchas veces”. También confiesa que en varias ocasiones intentó escribir para teatro. “Yo empezaba a escribir, pero nunca terminaba”.

Él es, sin duda, uno de los personajes que más recuerdos cinematográficos tiene en su cabeza. Puede pasar de hablar de la película de Los Pitufos (2011), a comentar lo bella y talentosa que era Vivien Leigh en Un tranvía llamado deseo (1951), para luego volver a hablar de la última Misión imposible (2011), en que a pesar de ser “no muy buena”, Tom Cruise “recupera el estrellato”.

En cuanto al cine ecuatoriano, afirma que ahora se hace mucho más, sobre todo porque antes “revelar una película era muy caro, en cambio ahora con las nuevas cámaras se hace de todo”.

Entre las producciones que destaca están las de Tania Hermida, los filmes de Sebastián Cordero y Fernando Mieles. “Ahora hay bastantes chicos haciendo cine, en tal caso no todos son muy buenos, pero lo importante es que lo están haciendo”, señala Gerard, quien añade que de las últimas que ha visto, le llamó mucho la atención el documental de María Fernanda Restrepo: Con mi corazón en Yambo. “Más allá de la carga política que pueda tener, es un muy buen producto cinematográfico en su total”.

Para él, aún muy poca gente apoya el cine ecuatoriano, al que además “le falta propaganda”, porque “uno va a ver lo que le anuncian”, ese es un punto a mejorar.

En cuanto a su vida personal, es bastante reservado, simplemente dice que nunca se casó ni tuvo hijos, nada más. “De eso no hablo”.

Tiene un carácter alegre, bromista y jovial. Sin embargo, cuando los temas de conversación salen del ámbito del cine, se vuelve más cauteloso, e incluso si le llega a incomodar, suelta una risa bastante particular, casi irónica, pero al final contesta tranquilo.

Actualmente, todos los viernes, “en teoría”, hace un cine-foro en la Espol, en el campus principal.

Obviamente va al cine casi todos los días a ver las nuevas películas en cartelera, sin olvidarse de la lectura. Además siempre es contactado por algún periodista para que le dé su opinión sobre cosas relacionas a la pantalla grande. Entre sus escritores favoritos destaca a Ernest Hemingway, William Shakespeare, entre otros.

Dice que siempre le preguntan cuál ha sido la mejor película que ha visto y que él contesta: “ Yo qué voy a saber”, además, añade riendo que “el que no ve películas está fregado, debe ver de todo, sin decidir antes si son buenas o malas”.

Dicen de él
“Fue un buen profesor, muy responsable, aunque con un carácter particular, o como dicen, fosforito. Cuando trabajamos nos llevábamos bien”.
Eberth Maridueña
Compañero en el colegio Guayaquil