Guy Ritchie firma la secuela de su Sherlock Holmes, nuevamente con los actores Robert Downey Jr. y Jude Law a la cabeza del reparto.Esta vez bajo el subtítulo Juego de sombras, Ritchie construye una cinta solvente y entretenida, disfrutable y entusiasta sobre la figura del investigador privado. Sin embargo, como toda secuela, la frescura de los gags y de algunos efectos se pierde.Esta vez, la fuerza de Downey Jr. es compartida por Jared Harris en su papel de alter ego de Holmes, el profesor Moriarty.De hecho la mejor escena de la película es el debate intelectual con tres temas paralelos y al unísono que manejan estos dos personajes en el clímax de la cinta. Jude Law en una personificación impecable, pero sin dudas, el pilar de Ritchie es Downey Jr., quien ha demostrado con creces que los personajes irónicos, irreverentes, los ángeles caídos se le pegan de maravillas a la piel.Su diseño de producción es relevante y muy destacado, junto a eso su fotografía y su factura técnica llena de efectos especiales, así como el llamativo estilo visual de Ritchie hacen de esta secuela una película que merece verse y disfrutarse.Y si bien el argumento de la cinta es simple, los múltiples vericuetos por los que se mete y se enreda pueden marear a un espectador poco atento, sin embargo, no hay riesgo de pérdida total, pues la complejidad del personaje se conoce y esto es un factor que obliga al público a seguir cada pista junto al investigador.El humor está presente también en la cinta, sobre todo en la piel de Stephen Fry, quien interpreta al hermano de Sherlock.En todo caso ha quedado también clara la propuesta de una tercera parte. Lo que convierte ya a Sherlock Holmes en un producto cinematográfico comercial.En fin, todos estos ingredientes logran un producto cinematográfico que no será recordado por su narrativa, pero sí por lo destacado de sus roles protagónicos, la personificación de Downey Jr. y el pulso visual de Ritchie.