Tenía unos 7 años y era una niña muy delgada y ágil, vivíamos en el campo y en las tardes de lluvia, en que no podía salir a corretear, una de mis especialidades era “rebuscar” y “trasegar” los armarios y cajones de los mayores... era toda una aventura, relata la actriz Juana Guarderas, quien es también presentadora del programa ‘Así somos’. de Ecuavisa.

Añade que encontraba objetos increíbles, que le hacían comprender un poco más el absurdo, misterioso y complejo mundo de los adultos. “Se acercaba la Navidad y mis papás acababan de llegar de viaje, más seguro era de que le hayan dado una mano al niño Jesús trayendo los regalos para mis hermanos y para mí. Inicié la búsqueda y sin mayor dificultad encontré en la parte más alta del inmenso armario de madera varias cajas con juguetes”.

Esa travesura –indica– le ayudó a descubrir cuál sería su regalo de Navidad. “Pude descifrar claramente a quién correspondía cada uno... encontré entonces el mío: la hermosa muñeca Katerina que tanto había soñado”.

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Su futura nueva muñeca tenía el pelo negro azabache, los ojos verdes y labios muy rojos... “Ahí estaba reluciente, dentro de su caja, junto a tres lindas mudas de ropa. No resistí la tentación: con toda delicadeza abrí la caja y cuidadosamente saqué a Katerina; ¡era espectacular! Cada una de las combinaciones de ropa le quedaban divinamente bien”, comenta.

Esa emoción, confiesa, le duró nueve días. “Durante nueve tardes, cual novena navideña, acrobáticamente me trepaba al armario y permanecía contorsionada en el reducido espacio, haciendo el ritual de visitar secretamente a Katerina en su escondite secreto”.

En esos días, expresa, “trataba de dejar todo impecable para que nadie se diera cuenta. Entonces llegó la noche del 24 de diciembre y junto al fuego de la chimenea sus padres iniciaron el ritual de la entrega de regalos. Todos estaban hermosamente empacados... pero no pude descubrir dónde estaba mi Katerina. Sufrí por un instante al pensar que me la habían arrebatado. Mi mamá de manera severa y aleccionadora me dijo: “Tú, anda súbete al armario y coge tu muñeca usada”. Hubo unos segundos de silencio... me quedé paralizada. Todos mis hermanos abrían sus regalos llenos de emoción y sorpresa, menos yo”, sostiene.

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Corrí a encerrarme en la guarida secreta y abracé llorando a mi Katerina, agrega. “Mi mamá vino a consolarme y me dijo: ‘Tú escogiste perder tu sorpresa’. Tal vez tenía razón, pero la mía no fue la emoción de una noche, fueron nueve tardes”.