Comer productos tradicionales, orgánicos o transgénicos es un tema de debate entre los estadounidenses. En EE.UU., una de las economías agrícolas más productivas del mundo, coexisten varias formas de producción.
Henry Vega, delegado de la Embajada y del Departamento de Agricultura de EE.UU. en Ecuador, explica que en ese país conviven la tecnología tradicional con el uso de la modificación genética, e incluso procesos más exclusivos de producción orgánica.
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Por un lado, lo orgánico está de moda. En Nueva York y California, la comida sana, sin pesticidas, producida por granjeros pequeños, se toma las preferencias de la gente.
Pero en otras regiones, las grandes plantaciones de cultivos transgénicos generan gran rentabilidad económica y producción abundante.
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En la campiña de California, los viñedos, las naranjas y las lechugas se dan bajo los procesos tradicionales con éxito.
En Monterrey (California), sus autoridades no son partidarias de los cultivos transgénicos y aseguran que en su jurisdicción no hay tales plantaciones. Según la ONU, para el 2030 el mundo debería aumentar su producción de alimentos al 50%, para poder abastecer las demandas de la población.