Visualmente, el set-up de los músicos era impactante, dispuestos en tres niveles, de forma piramidal. Al tope, solo, en batería y timbales, Andrés Albán, el líder de Batukka, se encontraba listo para dejar todo en el escenario, tocando un programa extenuante que cubrió la música más orgiástica y representativa de Carlos Santana.
A los costados, en el siguiente nivel, estaban Ricky Mata en congas y timbales, de un lado, y Lalo Wong, en bajo, del otro costado y, finalmente, a nivel mismo del escenario, Jimmy García estuvo muy acertado como la voz principal, Gustavo Pacheco, de largo recorrido, le dio legitimidad al tributo encarnando la guitarra prima por excelencia de Carlos Santana y como clímax musical la extraordinaria presentación de un Bilo Albán en teclados, inspirado a tal punto que no era para nada un tributo a otro, sino un torrente interiorizado, sentido y expresado como propio y así lo sintió el público del Centro de Arte que lo aplaudió a rabiar una vez recuperado de la sorpresa.
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A Gregg Rollie le hubiera encantado No one to depend on, dejó claramente establecida la dicción y buena pronunciación de Jimmy García como debe esperarse de alguien que cante en inglés.
Vocalización, muy buen timbre y mucho feeling quedaron evidenciados en la actuación de este joven cantante. La dinámica de Andrés, Pacheco y Bilo, junto con Ricky Mata, se apoderó de un concierto excepcionalmente profesional.
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Evil Ways, canción emblemática con ritmo dentro de varios ritmos, mostró lo mejor de Bilo y Andrés Albán, confirmando, además, que el adorno rápido y excesivo no le conviene a Gustavo Pacheco.
En Hold on con más aguante en la guitarra prima, las cosas caminaron muy bien, muy hermoso. Jungle Strut algo atropellado, fue rescatada y enrumbada por un Bilo Albán que “le dió una salida” en términos futboleros.
Guajira, de las mejores canciones de influencia latina, primordial en Santana, puso de manifiesto las virtudes de Jimmy García pegando tonos exactos, y con gran sentido del tiempo. Gustavo Pacheco, siempre muy consistente, improvisando apenas, sin alejarse mucho del original, estuvo en gran momento. Memorable versión de una linda canción.
Y se vino Europa.
Gustavo Pacheco, verdadero especialista, tocando la melodía straight, es un artista de primera. Lalo Wong, talentoso guitarrista y cantante, demostró quién es tocando un solo de bajo, extenso, percusivo y de un rico sonido metálico que además sorprendió por inesperado. Smooth, gran canción de Carlos Santana, produjo otra voz de Jimmy García, apropiada, mientras las acrobacias de Gustavo Pacheco en guitarra y la sensualidad en el público femenino bailando de pie le dieron otro cariz al concierto.
Al final aceleraron la rumba que es la esencia musical, el núcleo del sonido de Carlos Santana. Debo anotar que todo esto era posible por el soporte rítmico de Andrés Albán que, sin embargo, dejó lo mejor para Ricky Mata en congas, en solo durante Soul sacrifice.
María, María, en españolísima versión de Gustavo Pacheco tocando guitarra acústica, le encantó al público que aplaudió esta acertadísima iniciativa. Como una sola canción, Black magic woman empató con Oye cómo va. Un arreglo sorprendente y efectivo para un Bilo Albán, cuya intensidad en teclados acaparó toda la atención mientras viraba el instrumento como poseído por un espíritu satanesco.