Verónica Berrones
POMASQUI-PICHINCHA.- La ponencia más esperada del día resultó muy colorida, pese a que su expositor dice mirar su mundo solo en blanco y negro. Neil Harbisson, el primer humano calificado como ciborg, captó la atención de casi todos los apasionados de la tecnología en el Campus Party. Quienes no estuvieron rodeándolo lo escucharon frente a sus computadores, en la internet. Así continuó ayer el segundo día del evento que reunió a los fanáticos de la tecnología en un solo sitio.
Sentado en un mueble de goma frente al panel de Innovación, Desarrollo de Software, Seguridad y Redes; Francisco Villa -uno de los estudiantes capitalinos invitados por Microsoft- expresó en tono lento lo interesante que le parecieron las charlas sobre desarrollo con dispositivos móviles.
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A él le interesó mucho actualizar sus conocimientos respecto a cómo mejorar diseños de páginas web. Pero mientras atendía esa charla, su entusiasmo se fijaba en escuchar a Harbisson, el hombre que permitió que su cuerpo se complemente con un software para identificar colores, pues su enfermedad, conocida como acromatopsia, no visualiza colores, solo el blanco y negro.
Algo similar le pasó a Marilyn Calahorrano, oriunda de Manta, ella centró su atención en difundir lo que es Windows Live y absorber conocimientos relacionados con software. Eso, mientras esperaba el mediodía para escuchar a Harbisson. Lenin Moreno, el vicepresidente de la República, llegó al evento minutos antes de la conferencia magistral de Harbisson.
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Al otro extremo de la tarima en donde él se presentaba, los chicos adictos a los juegos ni se inmutaron; estaban en un torneo de videojuegos y no era cosa sin importancia, al menos así lo explicó convencida Andrea Rodríguez, estudiante de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol). Jugar no es solo cuestión de ocio; se debe pensar, tener destreza, habilidad, armar estrategias si se quiere ser el mejor, narró. Y su punto de vista fue corroborado por Jhonny Guaiña, un joven docente de la Politécnica de Chimborazo, extensión en Morona Santiago.
Kevin Mitnick, el más reconocido exhacker (pirada de información), desarrolló su talento con juegos; así que no solo es un pasatiempo, sino un impulsor de destrezas que bien direccionadas pueden transformar a esa persona un erudito en tecnología. Entonces, llegó el turno del ciborg. "Mi vida empezó en blanco y negro. No puedo visualizar colores. Es imposible imaginarme qué es azul", dijo Harbisson mientras desplegaba en una pantalla gigante los colores que más tarde fueron presentándose como notas musicales.
Su característica de mirar a la gente en blanco y negro le empujó a acoplarse a la tecnología. Una palanca que sale de su cabeza, conocida como ojo cibernético porque le da sonido a los colores, ya que sus ojos no pueden disfrutar de esa bondad, le permitió concluir que los seres humanos no somos ni blancos ni negros ni colorados: "todos somos naranjas", unos más y otros menos. Y en Quito ya lo sabían, dijo en tono jocoso, porque se encontró con un letrero que decía: "Se busca tu media naranja". Ese comentario arrancó risas del público que quería conocer más detalles de su vida privada.
En ese momento, Harbisson sació su curiosidad. Los colores que él no veía de pronto aparecieron, pero como notas musicales que inundaron el galpón del Centro de Exposiciones Mitad del Mundo. El desarrollo de ese sentido fue bautizado como sentido sonocromático.
Harbisson lleva su ojo cibernético desde el 2004, año en que su cuerpo se fusionó con el software para aprender a disfrutar del color de la vida; una bendición que casi la totalidad de los seres humanos disfrutamos y que para él, según sus propias palabras, no quiere hacerlo. "No quiero visualizar los colores , quiero escucharlos".