Comenzó a tocar guitarra desde niño y se considera uno de los pioneros en la nueva generación de músicos ecuatorianos de los setenta. Este 2011, Tito Haensel cumple 40 años de trayectoria artística y lo celebrará con un concierto en el que lo acompañarán cantantes de la talla de Héctor Napolitano y Mirella Minervini.

Su historia musical se inicia a raíz del robo de una guitarra a los 6 o 7 años. Sí, así como lo lee, un robo. Heansel sentía una atracción especial –e incontrolable– por las cuerdas: “Estaba con mi papá en las fiestas de Yaguachi (cuando estas eran una cosa apoteósica) y vi una guitarra en uno de los puestos, le pedí que me la compre y se negó, pero yo no me quedé con la pica, le eché mano y corrí”.

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Al “hacer esa pequeña travesura”, los dueños del local lo persiguieron y su padre tuvo que pagar el instrumento. Cuando cuenta esta historia deja salir una sonrisa cómplice: “Me llevé a la casa la guitarra y ahí empezó todo”.

A los 12 años, conoció en su vecindario (en todo Pedro Moncayo y Padre Solano) al músico pasillero Joaquín Naranjo. Confiesa: “Cuando lo vi tocar, mi fascinación por la música creció más todavía”. Con Naranjo aprendió a entonar los acordes.

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Ya “con una guitarra más grande y más profesional”, empezó ‘a sacar’ canciones que tocaba con su “gallada”. “Me acuerdo que metía en la casa de mis pobres padres a un grupo de forajidos (así llama a sus amigos músicos) y armaba un escándalo que usted no se imagina”, señala entre risas.

“Aquel era un tiempo en que la guitarra eléctrica era un mito, una novedad, ni hablar del bajo, ese no lo tenía nadie”, dice esto antes de comentar que para facilitar el panorama el ingenio es siempre oportuno: “Cogíamos una guitarra y le poníamos cuatro cuerdas”.

Recuerda que, antes, ser músico era jugar por amor a la camiseta, la dificultad de practicar esta actividad no solo se veía limitada por el aspecto económico, sino por el estigma social que existía: “Vivir de la música era mal visto, era decir que eras borracho, drogadicto y parrandero”.

Ya a los 17 años, “y más ducho (experimentado) en este arte”, reconoce que empezó a “trabajar en la música y fallar en los estudios” –realizó su secundaria en el Instituto Nacional–.

Una de las historias que más recuerda de ese tiempo es la ocasión en que participó en un concurso intercolegial de bandas musicales en donde ganó el primer lugar y “otras cosas”. “Tocaba hasta con los dientes. Llegué con el premio al colegio y el rector me dijo: ‘Paga las cuotas que debes de pensión y considérate graduado’”.

Además de esos ‘reconocimientos’, y luego de la presentación la tarde del concurso, Josefina de Vallarino lo contactó para hacerle una sugerencia: “Vente a Los Corvets”.

Integró también agrupaciones como Marfil y Canela, y ha acompañado en el escenario a los artistas nacionales Lucho Silva y Enrique González e internacionales Leo Dan, Alberto Cortez y otros, también fue músico de planta de la disquera Fediscos.

Actualmente pertenece al grupo Pyramide y cuenta con su propio estudio. Declara que la guitarra es su cuchara, parte de su cuerpo, y que seguirá haciendo música de largo, pues pese a los momentos difíciles, “que nunca faltan”, siempre mira las cosas desde un punto positivo.

Show
Esta noche, el músico recibirá un homenaje por sus 40 años de vida artística en el show denominado Tito Haensel y sus amigos, que se realizará en el Teatro Centro de Arte, a las 20:00. Las entradas cuestan $ 30 y las ganancias serán destinadas a las obras benéficas del Club Rotario de Guayaquil, entidad organizadora del concierto.