JORGE MARTILLO MONSERRATE
jotamartillo@yahoo.es].- Este es un viaje por el tiempo. Una travesía en el submarino El Hipopótamo del río Guayas.

Hace 173 años, el guayaquileño José Rodríguez Labandera navegó desde Durán hacia Guayaquil en el submarino que diseñó y construyó. Era un inventor que no podía vivir ni dormir en paz si no materializaba sus ideas creativas. Fue un adelantado en un país del que no recibió el apoyo necesario.

José Raymundo Rodríguez Labandera nació en Guayaquil en 1805. Formó parte de una familia de escasos recursos. Siendo en 1823 uno de los primeros alumnos de la Escuela Náutica, fundada en Guayaquil por el general Juan Illingworth, donde estudió Física, Matemáticas, Mecánica, Náutica, etc.

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En 1830 cuando alcanzó el grado de Teniente de Fragata ya había construido juguetes mecánicos con cierta complejidad: un piano de cigüeñales, un barquito de marcha automática y animales que se desplazaban moviendo sus miembros con exactitud.

Siempre estaba creando, transformando. En 1831, diseñó y construyó una máquina que fundía letras para imprentas. Recibió elogios y el Municipio lo nombró Administrador de su imprenta. Pero Rodríguez no había nacido para burócrata porque renunció a los diez días. Fue cuando editó El Patriota, su periódico que quebró al poco tiempo.

Se conoce que también fabricó una máquina para confeccionar sombreros de paja toquilla, una pierna ortopédica de madera, etc.

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Luego se traslada al Perú donde una nueva idea lo empieza a navegar por dentro. Después de febriles años de planificación, el 7 de julio de 1837, presenta el modelo de una embarcación capaz de navegar entre dos aguas y provista de artillería o barrenos para hundir buques enemigos.

El gobierno peruano autorizó la construcción de tan curiosa nave pero jamás financió el proyecto. Rodríguez solo era propietario de sus ideas, lo cual es bastante pero no suficiente para concretar los sueños.

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Con su diseño a bordo retorna a Guayaquil y en busca de financistas publica avisos detallando los beneficios de su invento en las páginas del periódico El Ecuatoriano del Guayas. Así logra reunir los fondos para construir la nave de sus sueños, la que hacia julio de 1838 estuvo lista. Rodríguez Labandera bautizó a su submarino El Hipopótamo (del griego hippos: caballo y potamos: río).

Un caballo de río que se desplazaría con una hélice accionada por pedales y el respiradero era un tubo que salía a la superficie. Su casco fue construido con tablones calafateados e impermeabilizados con betún y las uniones de los pedales forradas con cuero que impedía la entrada del agua.

En el Guayaquil de 173 años atrás, esa nave despertaba en todos una intensa curiosidad. La idea era que partiendo de Durán navegaría por debajo del Guayas y atracaría en Guayaquil. El día de la verdad fue el 18 de septiembre de 1838, Mariano Sánchez Bravo en su libro Forjadores navales del Ecuador, Historia de la armada a través de sus grandes hombres, asegura que Rodríguez Labandera realizó el primer intento de navegación submarina en América del Sur.

Por su parte El Ecuatoriano del Guayas, periódico de la época, reseñó que en la otra ribera del río El Hipopótamo se sumergió, teniendo a bordo a José Rodríguez y a su ayudante José Quevedo.

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El gobernador de Guayaquil, general Vicente González, en su calidad de autoridad y testigo presencial, redactó un detallado informe: "Ayer, todo el pueblo de Guayaquil se hallaba reunido, con expectativa (.) hemos presenciado su separación de la costa y su tránsito, como de doce cuadras en dirección invariable hacia la ciudad; pero su marcha era lenta, por lo violento de la corriente, la noche estaba muy cerca y nos asistían temores respecto de los embarcados, entre otras razones por el estado de la marea, próxima a cambiar, que nos pusieron en el caso de remolcar a El Hipopótamo, con el fin de que no se malograse la primera operación y de que el vecindario pudiera presenciar su llegada al muelle. Así se verificó, a las seis y cuarto de la tarde (.) Si la hora y la marea lo hubieran permitido y si no hubiese faltado uno de los remos que se rompió por su debilidad, el inventor se habría presentado por sus propias fuerzas, acrecentando la admiración pública y el mérito de sus trabajos".

Algunos historiadores y cronistas aseguran que el perseverante Rodríguez Labandera reparó su embarcación y realizó dos pruebas más bajo el Guayas, pero El Hipopótamo, su caballo de río, terminó varado en la orilla de Durán donde el tiempo implacable se encargó de destruir.

Se desconoce la fecha exacta de la muerte del inventor guayaquileño José Rodríguez Labandera pero seguramente fue muriendo de a poco con cada intento fallido de su caballo de río.