Siempre le gustó escribir. Considera esta actividad parte de su vida. Con apenas 12 años llevaba a todas partes una libreta y una pluma, y plasmaba en palabras todo lo que veía.
Cuando Marlene Romero, más conocida como Demphra, era adolescente, ya escribía versos. “Era uno de mis pasatiempos favoritos –confiesa–. Si pasaba un mosquito yo escribía: ¡Ay! un mosquito, lalalala, y le ponía rima”, recuerda con una sonrisa sus inicios en la composición.
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Nació en República Dominicana, pero a los 10 años se fue a vivir a Panamá. Fue allí donde escuchó por primera vez el reggaetón, género al que le tiene “un amor incomparable”. Al oír la letra de las canciones de artistas como El General, notó que sus versos “eran idénticos a los que cantaban los hombres”, y tomó la decisión de tomar clases de canto. Tenía entonces 16 años.
“No me fue tan fácil llegar a ser artista”, reconoce, pues asegura que debió tocar muchas puertas para forjar su carrera. Su primer tema, Ush, ¿quién pagará la luz?, que lanzó a los 17 años bajo el sello de Panamá Music, se hizo famoso de una manera inmediata.
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“Era una letra muy agresiva, con un contenido dedicado totalmente para adultos”, dice. Por esa manera de transmitir música se ganó el calificativo de Willa, “como le dicen en su país a las chicas que no tienen ‘pepitas en la lengua’ a la hora de dar una opinión”.
Sin embargo, al darse cuenta de que sus canciones eran escuchadas por una audiencia muy joven, decidió cambiar el estilo y la agresividad de su lírica y empezó a pulir más las letras de sus temas.
Considera que aunque el reggaetón tenga en ocasiones una forma directa y haya temas que inciten al doble sentido, lo más importante es la educación en la casa, comenta esto a propósito del problema en el que se vieron involucradas alumnas del colegio 28 de Mayo el mes pasado, cuando se publicó en YouTube un video en el que bailaban de manera sensual este ritmo.
En 1999, cuando su carrera había iniciado con un éxito asombroso, Demphra formó, junto con la cantante Joyce (Johanna Mendoza), el dúo La Factoría, que en el 2003 se desintegró por el lanzamiento como solista de esta última.
Entre sus éxitos se cuentan, entre otros, Amiga y Perdóname, canción con la que en el 2005 se lanzó como solista en México. Admite que llevar reggaetón a otros países no es tan fácil como parece. “Cuesta mucho trabajo en territorios que tienen una mayoría rockera, como Argentina”, comenta.
Ahora está promocionando sus dos últimos sencillos, Mentiroso, un mambo que narra la historia de un chico que obvia las verdades importantes y crea una imagen totalmente falsa de su realidad, y Qué tonta fui, que cuenta una vivencia amorosa que la derrumbó hace poco más de un año.
Tiene 28 años, una carrera con 7 álbumes de estudio y más de 38 canciones inéditas, pero la música no es todo a lo que se dedica. Actualmente también trabaja en proyectos para su fundación, Guerreros de Luz, que está enfocada en ayudar a mujeres desamparadas.
Esta dominicana, a quien caracteriza un carácter fuerte, aprendió con sus años de trayectoria que la preparación es importante. Pero atribuye su éxito a amar lo que hace. “La vida se trata de disfrutar y tratar de ser felices, y yo lo soy cuando canto”, asegura.