El 17 de junio del 2004, Davit Harutyunyan declaró a la periodista Bertha Díaz: “Dentro de dos años esto será fabuloso”. Le hice entonces riéndome la acotación: “Será tal vez cuando esta orquesta toque Bruckner”. Lo dije con mucho escepticismo, pero cuando Davit presentó la Quinta de Mahler, supe que el desafío estaba en su punto. Las cuerdas eran una seda.