EFE
MÓNACO.- El príncipe Alberto II de Mónaco y la sudafricana Charlene Wittstock se convirtieron ayer en marido y mujer, en una ceremonia civil.

Los novios quedaron unidos "por los vínculos del matrimonio" en la sala del trono del Palacio monegasco, en presencia de sus respectivas familias y de las autoridades del Principado.

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El enlace lo ofició el presidente del Consejo de Estado, Philippe Narmino, que hizo una breve introducción en francés, inglés y monegasco, pero continuó el acto en francés, lengua oficial de la ciudad-estado.

Alberto II y la desde ayer Charlene de Mónaco, alteza serenísima, de 53 y 33 años, en su orden, comienzan así una nueva etapa, diez años después de haberse conocido y cinco desde que oficializaron su noviazgo.

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La ceremonia comenzó puntual, a las 10:00 de Ecuador, y apenas 15 minutos después se dio por terminada, cuando los novios, primero Alberto II y después Charlene, firmaron en el registro.

La novia, con el pelo recogido, vestía de Chanel, una falda azul claro y una chaqueta.

De ese mismo modisto iban la princesa Carolina y su hija, Charlotte, esta última con una pamela. Los testigos fueron para el príncipe soberano Chris Le Vine, sobrino de la fallecida Grace Kelly, y Donatella Knecht de Massy, mujer de uno de los nietos de la también fallecida princesa Antonieta de Mónaco, en el caso de Charlene.

Los invitados a la boda, de la que hoy se celebra la ceremonia religiosa, no superaron en la sala del trono las 80 personas y comenzaron a llegar a las 09:15 de Ecuador, poco antes de que, por protocolo, hiciera su entrada la familia principesca.

En la plaza del Palacio, con pantallas gigantes, unos 5.000 monegascos, según las estimaciones de Palacio, presenciaron la unión, tras la cual la pareja se presentó ante sus súbditos desde la ventana del salón de los espejos, lugar habitual del saludo principesco con motivo de las fiestas oficiales.

Los presentes siguieron con aplausos el momento en que fueron declarados marido y mujer y aquel en el que se dio por terminado el enlace.

Convertidos ya en marido y mujer, Alberto II y Charlene bajaron a la plaza, donde hubo preparado un coctel con productos típicamente sudafricanos y mediterráneos, y durante el cual los ciudadanos entregarían al nuevo matrimonio su regalo, del que se ha adelantado que será una obra de arte.

Apuntes

El pasado jueves empezaron los festejos por la boda real con un concierto gratuito a cargo de la banda estadounidense de rock The Eagles. Alberto y Charlene asistieron al concierto, él de camisa y pantalón oscuros, ella de palazzo negro con los hombros al descubierto.

La boda de ayer es la primera para ambos, aunque el príncipe ha reconocido la paternidad extramatrimonial de dos niños.

Para la ceremonia religiosa se prevé la asistencia de los reyes de Suecia, Lesotho y Bélgica, los presidentes de Francia, Islandia, Irlanda, Líbano, Malta, Alemania y Hungría, divas de la ópera, modelos top y pilotos de la Fórmula Uno, que tiene en el Gran Premio de Mónaco uno de los principales eventos de su calendario anual.

Aparte del champán y los vinos sudafricanos, los ingredientes que se incluyen en el bufé de hoy provienen de 10 kilómetros a la redonda de Mónaco, dijo el chef Alan Ducasse, encargado de la comida.