No hay duda que un dolor de garganta puede tumbarnos. Este puede ser ocasionado por una faringitis o una amigdalitis.

Los cambios bruscos de temperatura pueden ser el origen del dolor, así como virus o bacterias, ya que las amígdalas actúan como un colchón que no permite el paso de gérmenes.

El otorrinolaringólogo Joffre López Rivera explica que las alergias también pueden influir en los trastornos de garganta y en casos más graves llegar a complicar los oídos.

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El galeno aclara que aunque no es una regla, una amigdalitis mal tratada puede afectar a otros órganos como los riñones, las articulaciones (fiebre reumática) y las válvulas del corazón.

Esto, porque las bacterias oportunistas pueden destruir el tejido y el paciente se complica por vía sanguínea o linfática. Las amígdalas son un foco infeccioso.

“Por eso, los especialistas cuando van a hacer una cirugía más compleja como una de corazón o trasplante renal piden al otorrino que descarte algún foco infeccioso a nivel de la garganta que podría hacer fracasar la cirugía”, dice. Agrega que los problemas bacterianos son más peligrosos que los virales porque estos últimos pueden curarse solos o con un analgésico.

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“Lo que pasa es que detrás de un proceso viral, como hay baja de defensas, pueden entrar bacterias oportunistas”, detalla.

Lamentablemente, hay pacientes que ante el dolor de garganta toman medicamentos como la amicasina o la gentamicina que dañan el oído y a la garganta no le hacen nada.

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Por eso es mejor no automedicarse y ante los primeros síntomas acudir al médico para determinar si el proceso es bacteriano, viral o producto de la alergia.

Si la persona tiene una amigdalitis aguda el dolor puede reflejarse en el oído y causar una otitis por el taponamiento de la trompa de Eustaquio.

En cuanto a si se deben extirpar las amígdalas, López menciona que no siempre. Hay parámetros para determinar esa decisión. Pero si el paciente es alérgico una cirugía le haría más daño.