Al por mayor es más barato. Unos zapatos hechos en China, pero con “buenos acabados”, que hacen que parezcan originales, se venden al por mayor en $ 20, pero en $ 50 la unidad. En ropa y accesorios esta estrategia se repite, pero en perfumería las réplicas pasan los controles aduaneros con otras ‘maniobras’.
Por ejemplo, en uno de los edificios de la calle Villamil se almacenan decenas de cartones de la marca de colonias Royal Platinum. Adentro hay envases de vidrio con la forma exacta (y, según los vendedores, también con el mismo aroma) de conocidos perfumes de Versace, Dolce & Gabbana, Giorgio Armani, Chanel, Carolina Herrera...
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Cada envase se vende en $ 3, dicen los comerciantes que aseguran traer dicha mercancía desde Estados Unidos, pero en las farmacias y bazares se vende entre $ 5 y $ 8. ¿Cómo cruzan por la aduana estos productos? “Porque tiene una marca diferente: Royal Platinum. Por eso no hay problema, pero el aroma es el mismo”, comenta Eric, un joven de rasgos asiáticos.
Otra de las ofertas masivas corresponde a licores. “Aquí le damos más barato porque llega de contrabando por el puerto, no porque sea falso”, se anima a decir un vendedor mientras exhibe champán y cigarrillos.
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La cadena de comerciantes es larga. Al inicio el comprador puede ser abordado por un enganchador, quien lleva al visitante al local donde puede encontrar lo que busca. Luego está el vendedor, que pide un valor “según la pinta del cliente”, de acuerdo con las estrategias que comentan algunos vendedores.
Este cliente, sin importar “la pinta”, pide una rebaja, que en el argot local se entiende como regateo, consiguiendo pagar el 20% menos de la primera oferta, aproximadamente. Le sigue el mayorista, que son casi todos, pero con mayor disposición al regateo. La cadena, al menos lineal, termina en el proveedor, quien trae una vez a la semana, generalmente, la mercancía que abastece este diverso y amplio mercado.
La oferta de compra viene acompañada de la pregunta: “¿De cuáles quiere? ¿De los originales o de los económicos?”, refiriéndose a las marcas originales o a las imitaciones, que pueden ser elaboradas en el país o traídas desde Perú, Colombia, Panamá o Chile.
La diferencia entre estos puede ser abismal. La imitación de unos zapatos originales de $ 90 puede llegar a costar $ 20.