Pequeño, colorido y siempre en movimiento. Un mono ardilla, también conocido como mono payaso, llegó hace unos tres meses, expone Julio Acuña, administrador del Centro de Rescate Narayana, en Chongón. “Fue traído por la Unidad de Policía de Medio Ambiente (UPMA), se lo quitaron a una chica que lo tenía de mascota en su casa”, dice.

Paulina Ruiz, veterinaria del centro de rescate, explica que aunque la anterior “dueña” estaba tratando “aparentemente bien” al animal, en realidad le ha hecho un daño, pues este individuo no podrá ser devuelto a su hábitat natural ya que no sabe cómo conseguir su propio alimento y su costumbre al trato con humanos lo convierte, aún más, en una especie vulnerable para ser cazada con fines comerciales.

Publicidad

Pero la relación entre su anterior “dueña” no terminó con la incautación. Acuña relata que esta mujer, de la cual desconoce el nombre, llegaba al centro todos los días a las 18:00 a visitar al mono.

“La chica lloraba pidiendo que le devuelvan al monito, se quedaba una hora más o menos, pero cuando se iba, el mono la abrazaba muy fuerte, le envolvía el cuello con la cola y se quedaba muy triste. La chica le estaba haciendo un daño al animalito”, dice el administrador del sitio.

Publicidad

Ruiz continúa con la historia: la chica llegó a sobornar a unos empleados del centro para ingresar en la noche y llevarse al mono. No pudo hacerlo porque unos vecinos nos avisaron y la Policía logró detenerla (...) fue un gran problema para nosotros, tuvimos que despedir personal, incluso.

Después de lo sucedido, a la anterior “dueña” no se le permitió el paso a la propiedad y el mono, que no mide más de 30 centímetros, continúa adaptándose a su nueva casa. Convive con dos monos más, de la especie nativa chorongo, sin mayores conflictos. Mueve rápidamente sus delgados y blancos dedos extrayendo la pulpa de la papaya que desayuna y se balancea entre las sogas de su jaula de 10 metros de altura.