Patricia Villarruel
MADRID.- Cinco años después de su muerte, los restos de Amanda Solano llegaron "desde una tumba sin nombre, marcada con un número, a otra tumba sin nombre, marcada con otro número". Después de su exilio, en San José de Costa Rica, su tierra natal, solo le esperaba la indiferencia. La historia de esta escritora de culto que el autor nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) sitúa a principios del siglo pasado en su última novela, La Fugitiva (Alfaguara), se inspira en la vida de Yolanda Orreamuno. Una mujer distinta de incontestable belleza y desafiante sentido de la libertad. El también, exvicepresidente del gobierno sandinista, entre 1985 y 1990, se enamoró del personaje. Le conmovió su esfuerzo por romper los cánones establecidos en un entorno provinciano y su fracaso en el intento. Recurrió a tres voces distintas, con tonos y registros diferentes, para cincelar el perfil de este ser errante. Ni feminista. Ni militante. Femenina, a secas. Así es La Fugitiva que el ganador del Premio Alfaguara de Novela en 1998 presenta a EL UNIVERSO en esta entrevista.