AFP
Washington, EE.UU..-
Un año después de la marea negra en el Golfo de México, el petróleo se dispersó y la seguridad se reforzó, pero Estados Unidos no está fuera de riesgo a una nueva catástrofe, declaró a AFP el almirante que dirigió la respuesta del gobierno contra la marea negra.
"Nunca podremos evitar un desastre aquí", dijo Thad Allen, quien ha trabajado en distintas mareas negras desde los años 80 y dirigió las operaciones de emergencia tras la explosión de la plataforma petrolífera, el 20 de abril de 2010, frente a las costa de Luisiana (sureste de Estados Unidos).
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El accidente provocó la peor manera negra de la historia de Estados Unidos. La petrolera BP, operadora de la plataforma, no pudo evitar el derrame de unos 4,9 millones de barriles de crudo en el Golfo de México.
"Y todavía estamos limpiando", declaró Allen a AFP. "Pero las cantidades (de petróleo) son mucho menos importantes que las que vimos, y están limitadas sobre todo a zonas pantanosas", en cuyos juncos todavía contaminados los pájaros no pueden hacer sus nidos, añadió.
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Más de 1.700 km de zonas pantanosas y de playas del Golfo resultaron contaminados y más de 6.000 pájaros murieron, según el Consejo estadounidense de defensa de los recursos naturales. Unas 2.000 personas todavía siguen trabajando en la limpieza de los primeros pantanos afectados por la marea negra.
El gobierno estadounidense declaró después de la tragedia una moratoria para las perforaciones en alta mar, y unos meses más tarde las autoridades endurecieron las reglas para las compañías que querían adquirir un permiso de perforación.
"Es evidentemente una mejora con relación a la situación anterior, pero nunca podremos evitar que algo así vuelva a ocurrir", dijo.
Allen está retirado desde el pasado mes de junio, pero sigue en el lugar para controlar el plan de ayuda del gobierno de Barack Obama.
"Era evidente que esta crisis no se iba a resolver rápidamente", explica Allen, quien espera que Estados Unidos no caiga en los mismos errores cometidos en la marea negra del petrolero Exxon Valdez, que derramó hace más de 20 años alrededor de 40.000 toneladas de crudo frente a las costas de Alaska.
"Dos a tres años después del Exxon Valdez invertimos mucho en investigación y desarrollo contra estos riesgos", afirmó Allen. "Y mientras nos centrábamos en accidentes de petroleros, la industria fue cambiando y se fue a perforar a niveles cada vez más profundos".
"No deberíamos dejar que eso pase. Deberíamos concentrarnos en la innovación y las mejoras tecnológicas para seguir los cambios de la industria", añadió.