Pocas veces se puede sentir una apoteosis en el placer estético de una presentación musical sin la necesidad de un público numeroso. En el diminuto auditorio de la Alianza Francesa, con un público culto y enchufado al máximo, escuchando a tres jóvenes ejecutando una mezcla del tango y la milonga clásica, como también versiones instrumentales del tango contemporáneo y progresivo, se dio una velada realmente excepcional.