Por Jorge Barraza (jbarraza@sinectis.com.ar)
.- "Todos los días me levanto soñando que Batista se equivoca y me cita a la selección", ironiza Alberto Costa. ¿Quién le dice que no.? Tiene derecho a ilusionarse, la suya es una vida de película. Y con final feliz. El arco de su insólita trayectoria muestra en una punta el comienzo en un clubcito amateur de la Isla Guadalupe; en la otra, el luminoso presente en el Valencia español.

En Argentina estamos habituados. Todos los días aparece un futbolista en el lugar más exótico de la Tierra. O jugando para la Selección de Israel o de Australia. O como técnico de las Islas Maldivas. No sabemos quiénes son. Conocemos sus nombres, descubrimos las historias de los que triunfan. Y después que triunfan.

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El público se entera de las transferencias importantes a los grandes clubes europeos, pero hay cientos de aventuras humanas de muchachos compatriotas diseminados por el mapamundi. Algunas simpáticas, otras duras, de sufrimientos y necesidades, curiosas todas. Hay una partida que juega en las divisiones de ascenso de Inglaterra, otros en Vietnam, Nigeria, Finlandia... Algunos van a probar suerte al Milan o al Liverpool a los 13 años. Y cuando llegan arriba, ahí surge la novela. "Yo jugaba en Platense y me dejaron libre." O, "salí de la sexta de Almagro y me fui a jugar a Chipre."

Cada uno tiene para escribir un libro. Todos los pibes juegan a la pelota y lo convierten en un medio de vida. Y en muchos casos, luego de un periplo penoso, tocan el cielo de la fama y los millones, como Tino Costa.

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Tino es de Las Flores, un pueblo de campo cercano a La Plata; jugaba en las infantiles de El Taladro y luego en La Terraza, esos cuadritos deliciosos del interior del país. A los 12 años lo llevaron a probar a Estudiantes. No quedó. "Ni me vieron, la prueba duró 5 minutos", recuerda. A los 15, por la necesidad económica de la familia, Rubén Muñoz, presidente de La Terraza, le propuso a la familia llevarlo a Guadalupe, posesión francesa, un puntito en las Antillas, para comenzar una carrera allí. La tierra de Anglomá, de Lilian Thuram.

"Fue muy difícil. Lo acepté sin saber bien adónde iba a caer. Mi familia, al principio, no quería dejarme ir siendo tan chico, porque me iban a volver a ver casi dos años después. Me podría haber ido muy mal", reconoce. Pero arriesgó. Fue. Se enroló en el Racing Club de Basse-Terre.

Regresó a Las Flores de visita un año y cuatro meses después. "Fue duro. No tenía plata para volver al país. Encima, en esa época mis padres no tenían teléfono, somos una familia muy humilde. Estaba en plena adolescencia y lejos de mis afectos. Quince veces hice las valijas para dejar todo, pero algo de arriba me decía 'quédate, Tino'. Y no aflojé".

Ni teléfono ni internet, se comunicaba por carta con sus padres. En Guadalupe el fútbol es amateur. Trabajó en un supermercado como repositor de las góndolas con mercaderías. Sin embargo, le sirvió para llegar a Francia. Cada fin de temporada, Muñoz lo llevaba un mes a la tierra de Napoleón a probarse en distintos clubes. El Auxerre, el Lyon, el Marsella, el Lille... Todos lo rebotaron. "Me decían que tenían a muchos jugadores como él", recuerda Muñoz. "Ahora estarán arrepentidos". Hasta que una puerta se abrió: la del Racing Club de París. "Ese fue mi gran salto", reconoce.

Ahí comenzó una nueva etapa, otra vida. Del Racing pasó al Pau FC y luego al Sète FC. Cuatro años en clubes de la tercera división gala. "Me cansé y me dije: si no subo ahora, me vuelvo a Argentina. Y otra vez me salió bien. Ocho equipos de segunda se interesaron en mí. El destino me cerró mil puertas, pero yo decidí seguir", relata en una entrevista en el diario Olé. Apareció en su camino el Montpellier. Tino explotó como un volante elegante, zurdo, de magnífica pegada. Marcó muchos goles, dio incontables pases y el equipo ascendió.

Esta temporada, Valencia apostó fuerte: pagó casi $ 8,9 millones "Con todo lo que ha sufrido. Le vas poniendo listones y los va saltando todos. No sé dónde parará", se entusiasma Braulio Vázquez, el secretario técnico del cuadro, quien lo hizo fichar. "Si con 15 años llega a la Isla Guadalupe y no se marcha, es que tiene algo en la cabeza", remata Vázquez.

Tino lo hizo quedar bien. Debut en la Champions con un golazo al ángulo desde 35 metros al Bursaspor turco. Luego, ante el Getafe, anotó el gol 4.000 de la historia del Valencia.

"Lo estamos siguiendo", admitió Sergio Batista, técnico de Argentina. "Puede tener su oportunidad un poco más adelante, en una gira por África en junio", precisó.

"De Las Flores a la gloria", alardea una página web de su pueblo. Es el orgullo del pago, aunque muchos apenas lo vieron. "Cuando llego de vacaciones algún autógrafo firmo, pero tampoco soy Messi", confiesa con modestia. Su perfil tal vez no dé para un protagónico, pero puede llegar al Oscar: mejor guión, mejor actor de reparto.