Tras una cuidadosa reflexión, Jessica Hanff encontró el sitio ideal para las pinturas que su hija Elisabeth, de 4 años, trae a la casa del preescolar: el basurero. “Recibimos dos a cuatro dibujos a crayón cada día”, comentó Hanff, de 36 años. Un martes reciente, Hanff empezó a revisar unas cuantas docenas de los dibujos de Elisabeth, apilados en la antesala de la casa. Todo este montón pronto irá al bote de la basura.