Responde con sinceridad estas preguntas. ¿Tu hijo te saluda todas las mañanas al levantarse? ¿Emplea el ‘por favor’ para pedirte algo? ¿Te da las gracias? ¿Dice ‘lo siento’ si cometió algún error? ¿Cuando va en el bus y tiene que botar algún desperdicio espera hasta llegar a casa?
Si la mayoría de tus respuestas fueron sí, felicidades. Vas por buen camino en la educación de los niños. Si tus respuestas fueron no, qué lastima da.
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Según la orientadora familiar María Helena Manrique de Lecaro, algunos buenos hábitos se han perdido y las personas mayores inclusive, no los tienen.
“El cansancio de los padres, el poco tiempo que tienen para los hijos, y a veces un estilo muy permisivo al educarlos no les deja fuerza para transmitir aquello que saben que todo hijo necesita para convivir en armonía”, dice la experta. Hoy en día muchos padres permiten que los hijos vayan por ahí sin saludar, sin cortesía y sin respeto.
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Pero en algunos casos las cosas son más graves. Solapan que el chico escupa en el suelo, que juegue con la comida, que tiren basura a la calle y hasta que orinen en cualquier lugar.
“No debemos esperar que la escuela asuma la responsabilidad primaria de enseñar buenos modales. Las buenas maneras son el primer paso del comportamiento civilizado”, dice la docente Susana Mena.
Los niños necesitan aprender desde edades tempranas que es cortés abstenerse de bostezar en presencia de otros, sobre todo con personas a las que se debe respeto, ya que es señal de que nos aburre su presencia.
Tampoco se debe tomar la costumbre de escupir, lo que no solo es muy descortés sino que además repugna. “Asimismo, es necesario abstenerse de toser lo más posible, y sobre todo guardarse de hacerlo en la mesa, cuando se habla con alguien o cuando alguien nos habla”, menciona Mena.
“Como la mayoría de los valores, los buenos modales se deben practicar y vivir en el hogar si queremos que se conviertan en parte de nuestros hijos”, señala la maestra. Los padres deben educarlos mostrando sus buenos modales porque los niños practican todo lo que ven. Con regañarlos fuerte y darles sermones no lograremos nada.
Manrique enfatiza que valor, decisión, energía , y sobre todo amor son necesarios para vencer esos enemigos cotidianos que aflojan nuestra fuerza para educar de verdad a nuestros hijos.