El diccionario
Amoral es la pérdida del sentido moral.

Inmoral es lo que se opone a lo moral, pero como hay vergüenza de la infracción que se comete, usualmente se pretende negarla u ocultarla, mediante encubrimiento o intento de forjar una justificación.

Se dice –y con razón– que el capitalismo, sin rostro humano, es amoral, porque se somete a trabajadores y consumidores al lucro de la acumulación de la riqueza, que es lo que se privilegia.

También es amoral la satanización de sectores sociales y empresariales, de instituciones autónomas no dependientes del Gobierno central y de organizaciones no gubernamentales, para su sometimiento, con el pretexto de que no es por y para “el gobierno de turno”, sino para y por el Estado y/o los colectivos sociales, cuando en la realidad lo que se hace, en repetidas circunstancias, es actuar en función de las conveniencias, los afectos y las pasiones del gobernante, en ejercicio ilícito –aun cuando se le dé ropaje de formas legales, por normas dictadas para el abuso– del poder del Estado.

La amoralidad: la peor patología social
Posiblemente el lector conoce que entre las enfermedades más graves hay aquellas en que los síntomas aparecen muy tardíamente, cual es la patología del sida, lo que en muchos casos lleva a que no se inicie oportunamente el tratamiento.

Hay infecciones en que la fiebre no sube, o los glóbulos blancos no se elevan, siendo que deberían aparecer como avisos inmunológicos de esos procesos; y, lo que sucede es que es tan grave el cuadro de la enfermedad que no responde el organismo.

Allanarse a la amoralidad es no defender al organismo social, es permitir que no haya la reacción inmunológica colectiva.

La extensión de la amoralidad se convierte en patología que se volverá difícil superar por los mecanismos de la institucionalidad manipulada y burlada por quienes deben ejercerla, generando riesgos que se busquen salidas al margen de la institucionalidad, lo cual no es democráticamente saludable.

Cuando el reclamo de libertad y justicia haga insostenible el dique del abuso del poder, las actuales percepciones, que se expresan en encuestas influenciadas por campañas publicitarias, cadenas y enlaces, serán otras. ¿Se abrirá el dique porque el gobernante sustituye el abuso por el ejercicio ético del poder? ¿O habrá que hacer estallar el dique?

En el tiempo y los comportamientos encontraremos la respuesta.

¡Basta de bestias!
Cuando la agresividad del movimiento Alfaro Vive Carajo alcanzó su mayor nivel en el gobierno de León Febres-Cordero, la publicidad de entonces presentaba imágenes de los combatientes de ese movimiento en prensa escrita y de televisión, y en carteles, con la frase ¡basta de bestias!, ofreciendo recompensas económicas a quienes podían ser informantes.

En las últimas semanas, otros son los perseguidos.

El gobierno de Correa ofrece recompensas a quienes den información sobre lo que acusa de tentativa del golpe de Estado y de magnicidio.

El año 1985, un oficial de Policía, para supuestamente demostrar el carácter marxista de los AVC, exhibió un ejemplar, sustraído de la casa de uno de los combatientes, del libro Entre Marx y una mujer desnuda, de Jorge Enrique Adoum, en demostración de lo ilimitado de la estupidez de muchos.

En octubre del 2010, algún sujeto, quizás aficionado a ver “el coyote y el correcaminos”, imaginó un arma de las que siempre hace quedar en ridículo al “coyote”, una cámara fotográfica con cacha de pistola incluida, para matar al presidente Correa dentro del hospital de la Policía, que la abandonó en uno de los corredores. Se anunció con gran despliegue de publicidad al informante como testigo protegido. Después, silencio. Puede ser que algún día aparezca esa cámara; mientras tanto, algún esfuerzo de mecánica quizás alcance a acoplar cámara y cacha del arma.

Principios elementales de justicia procesal penal es que en diligencias de reconstrucción de escenarios y de prácticas periciales, primero, no deben modificarse los escenarios y, segundo, los implicados tienen derecho a participar en las diligencias.

En la versión de los hechos inmediatos subsecuentes al combate de la noche del 30 de septiembre, en los exteriores del hospital de la Policía, aparece que en forma diligente se procedió a la limpieza del sector, por lo que en la madrugada del 1 de octubre desaparecieron las evidencias con las que debía contar la Fiscalía. En la información del 17 de noviembre aparece que para la diligencia de la reconstrucción y pericia sobre la puerta por la que el presidente Correa ingresó al Hospital de la Policía, al coronel Carrión, ex director del hospital, acusado de magnicidio y de que quiso impedir el ingreso del Presidente –Carrión dice que lo facilitó– en la mañana del 30-S, no se le permitió asistir a la diligencia.

¿Por qué el juez y el fiscal no protestaron? ¿Lo harán los organismos de derechos humanos?

Hay que sancionar las infracciones penales del 30-S, pero no violentando la Ley y el derecho de defensa de los acusados.

¿Y cuáles los próximos a ser perseguidos?
Verdad sin excepción. Cuando usted es permisivo por lo que agravia o se persigue a otros, sepa que usted puede ser de los próximos en sufrir algún vejamen.

Se lo dije meses atrás a un médico, que me respondió: “¿Por qué?, yo no soy político”. Seguramente, cuando el Gobierno tenga el dinero se aplicará el programa de jubilación de los de 70 años en adelante.

El 4 de noviembre del 2010, no lo dejaron ingresar a trabajar al Hospital Abel Gilbert, estaba despedido. Me llamó: “¿Qué hacer?”. Pude haberle respondido “esperar a conocer quiénes serán los próximos vejados”; no lo hice, le expresé mi solidaridad.

Usted, lector, quizás todavía no está en la lista, pero encontrarán el pretexto para incluirlo.

¿Se abrirá el dique porque el gobernante sustituye el abuso por el ejercicio ético del poder? ¿O habrá que hacer estallar el dique? En el tiempo y los comportamientos encontraremos la respuesta.