Soy fanático del kayak. El viernes 8 de octubre, en la mañana y tarde me dediqué al deporte. Estuve remando en Salinas; salí desde la tranquila rada de Chipipe hacia la boya de bajo radio y de ahí, regresaba paralelo a la costa.
Eran las 15:30. Salían de Santa Rosa unas “fibras” (lanchas) y algunos capitanes y su tripulación me saludaron, otros se acercaron como “amagando” una embestida y luego se alejaron; empecé a notar cierta agresividad en unas tripulaciones. Llegó una nave a darme una singular “bienvenida”, se acercó peligrosamente y paró, me dijo: “¡eh, que hace ahí, ya salen las lanchas!” , a lo que le respondí que estaba remando al igual que otros pescadores en mi ruta, que si pretendía sacarnos a todos debía venir conmigo a la Capitanía del Puerto, ya que su actitud hostil no conducía a nada provechoso. El tipo de esa lancha o fibra aceleró el motor y se fue. Con esas actitudes de poca cultura y agresividad hacia el turista, nunca desarrollaremos este deporte que podría traer más turismo y trabajo a la península de Santa Elena.
Al siguiente día salí a la playa de Chipipe con una sobrina y una amiga de ella; las niñas llevaron sus tablitas de espuma para hacer “surfeo” a escasos metros muy cerca de la arena; de pronto una lancha que halaba a una banana ingresó a la zona de seguridad, y a escasos 2 metros de donde estaban las niñas pasó a toda velocidad girando, para que los clientes que viajaban sobre la banana se caigan; lo logró y luego de amarrar a la lancha a una boya llegó el “piloto” a la playa. Lo increpé por ingresar a un sitio no permitido, y dijo solo que lo sentía; nada más. Es triste ver que las autoridades que deben regir el control de naves motorizadas acuáticas brillen por la ausencia. Chipipe es un lugar para bañarse, pero hoy uno debe cuidarse de lanchas o fibras y “jet sky’s”, ya que ingresan muy peligrosamente al área de los bañistas. ¿Se sancionará cuando suceda una tragedia?
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Jorge Mateus Escobar,
ingeniero, Guayaquil