Son las 06:30 del 30 de septiembre. Una hora antes, la guardia presidencial ya estaba de pie en el Palacio de Carondelet. En el sitio todo es calma. De pronto, policías y militares reciben un mensaje: deben estar atentos a cualquier movimiento de Rafael Correa. La alerta tempranera los sorprendió porque “no estaba saliendo mucho después de la operación de su rodilla”, narra Alexis Cifuentes, teniente de Policía, adiestrado en Chile, que horas más tarde pondría en riesgo su vida por darle protección al Mandatario.