El guayaquileño Ronald Rizzo, de 22 años, considera que la pintura es su vicio. “Pinto mañana, tarde y noche, disfruto mucho hacerlo y siempre estoy tratando de superarme”, explica el joven, quien alcanzó este año el primer lugar del Salón de Octubre.

Su obra Sin título, elaborada en óleo, acrílico y aerografía sobre lienzo y lona, es una reflexión sobre su condición de artista, refiere. “Me tomé el atrevimiento de compararme con Jesús porque Él sufrió y resucitó y eso es lo bueno. Mientras que el artista sufre un momento, pero la idea es que también se levanta para continuar ejerciendo su profesión y logre vivir de ella. Mi autorretrato en la obra resalta mi cara y mis manos, las cuales demuestran la concentración al trabajo y la práctica constante de lo aprendido”, añade.

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Sostiene que tenía fe en su propuesta pictórica y por eso consideraba que al menos obtendría el premio Revelación, para “poder demostrarle al mundo que yo sí pinto como si fuera realismo y que se parece mi trabajo a la fotografía”.

Considera que en los salones “se está cogiendo obra que no tiene mucha pintura, son muy pobres. Yo dije voy a mandar algo fuerte de pintura y que el premio que me gane sea un reconocimiento a todo el esfuerzo que he hecho por años”.

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Él indica que desde que era un niño tenía afinidad por el dibujo y la pintura. Antes de ingresar en el 2005 al Colegio de Bellas Artes Juan José Plaza tomó un curso artístico. Luego de graduarse alcanzó una beca para aprender grabado. Su maestro fue el artista plástico Walter Páez. Ahora cursa el cuarto año de la licenciatura en Arte en la Universidad de Guayaquil.

Siendo muy joven, a los 16 años, decidió abrir su taller de arte. Indica que todos los días se traslada desde la isla Trinitaria (sureste) –donde vive– hacia la av. Quito y Francisco de Marcos (centro-sur) a las 08:00 para atenderlo y a las 18:00 lo cierra para irse a la universidad.

Explica que no se siente cansado de esa rutina, porque tiene grandes expectativas con su lugar de trabajo. Desea crear una fundación para ayudar a gente de su sector, porque ve “que hay muchos talentos, incluso algunos me ayudan en mi taller. Me da gusto darles clases de pintura, quiero atender especialmente a niños”.

Sostiene que sus ganas de superación lo animan a atreverse a más cosas. “El artista debe ingeniárselas, debe ser creativo para no morirse de hambre, debe luchar por sobre cualquier obstáculo”. Él realiza trabajos publicitarios, estampados y pictóricos sobre cualquier soporte, como autos, motos, cuadros, zapatos y hasta boxers.

Dentro de su corta trayectoria constan tres participaciones en el Salón de Octubre. Una en el 2006, otra en el 2008 y la última, este año. En la anterior, asegura, estuvo entre los admitidos. Mientras, actualmente compite en el Festival de Artes al Aire Libre, en el que ha intervenido otras tres veces sin éxito alguno. Además, participó una sola vez, en el 2006, en el Salón de Julio, pero dice que lo desanimaron las tendencias que se premiaban en este, por lo que dejó de enviar obras.

Expresa que ganó el primer lugar en el concurso de dibujo de la Armada del Ecuador; primer lugar en el Festival Santiago de Guayaquil, en la Plaza Colón; primer premio en el Concurso de Pintura de la Universidad de Guayaquil y Primer Premio en el Concurso de Pintura Rápida interuniversitario.

Rizzo asevera que está casado con Jennifer Loor y tiene una hija de año y medio. Con su esposa, de 19 años, comparte la profesión y ella es su mayor consejera cuando pinta. Agrega que parte del premio del Salón de Octubre (10.000 dólares) lo invertirá en mejorar su taller, el resto lo guardará para alguna necesidad en el futuro.

Apuntes

Muestra. El Salón de Octubre estará abierto un mes, de martes a sábado, de 09:00 a 17:00. En la Pinacoteca constan 48 trabajos, entre los que están los ganadores y los admitidos. Y en la sala Araceli Gilbert se exhiben 21 obras que “valen la pena, pero que no se ajustan a las bases del concurso”, afirma Robin Echanique, director de la Pinacoteca de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas.