Hawking ha reabierto un debate que parecía rebasado por la lógica, la razón y la propia ciencia al afirmar que “Dios no creó el universo” y por lo tanto, el mundo surgió de la nada de manera espontánea, sin necesidad de que “nadie” lo creara.

Su “hallazgo” no ofrece materia para polémica, pues nada más natural de un científico que tan solo cree en el cientificismo, corriente que, como dijo Juan Pablo II en su Encíclica Fe y Razón, relega a la mera imaginación del hombre, tanto el conocimiento religioso como teológico y filosófico; o sea, relega a meros “productos” de la “emotividad” humana, la fe y el sentido de la vida.

No entiendo por qué unos se sorprenden de que alguien que se confiesa ateo, niegue la creación.

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Jesús Domingo Martínez,
Girona, España