Esa noche está marcada por el romanticismo. Las luces caen sobre Omar Montalvo que, sobre el escenario, empieza a tocar los teclados y a cantar: “En la vida hay amores que nunca/ pueden olvidarse/ Imborrables momentos que siempre/ guarda el corazón...”.

El guayaquileño Omar Montalvo Landín creció desde niño con ese sentimiento llamado bolero. En casa, su padre, el doctor Alberto Montalvo Ochoa, tocaba el piano y él, a sus 10 años, aprendió oyéndolo. Después un primo le enseñó también a tocar guitarra.

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Cuando su familia viajó a Venezuela por dos años, en Caracas tomó clases de música. Regresaron cuando tenía 16 años. Eran los años sesenta, reinaba el amor y la paz. Tanto así, que el primer conjunto juvenil que Omar Montalvo integró, tocaba los domingos en las misas –a gogó– de la iglesia La Concepción. Él las oficiaba de baterista. “Yo amaba la música y quería tocar donde sea y como sea. Así que fui creciendo”, recuerda Montalvo, ahora a sus 36 años de vida artística. Su carrera profesional comenzó a sus 17 en el conjunto La Producción de música bailable. Ahí dejó la batería para comenzar como organista. En esa época estaban de moda agrupaciones como Boddega, Los Corvets, Los Chinos, etc.

Ya en 1975 formó el grupo Las Monedas y al siguiente año: Omar Montalvo y su conjunto, actualmente lo acompañan sus hijos: Omar en el bajo y Alejandro en la batería.

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“Luego con más experiencia, incursioné en el mundo del bolero –cuenta–. Antes tocaba todo tipo de música: pasodoble, merengue, cumbia, etcétera, pero siempre intentaba intercalar unos cuantos boleros clásicos que gustaban mucho”.

Ha grabado 7 CD y prepara una octava producción, “los cuales uno mismo promociona y vende porque lamentablemente nos quedamos sin casas disqueras”, manifiesta.

También en 1984 en el centro de la ciudad inauguró su primer lugar nocturno: Omar’s Cava Club que luego trasladó a Urdesa hasta el 2007, sitio que planifica reabrir el próximo año.

Desde hace dos años sus principales actuaciones son fuera del país, tanto así que acaba de presentarse en Santiago de Chile y el próximo octubre irá a Miami.

Cuenta que en el 2008 inició una nueva etapa de su vida artística: “Empiezo a ser el pianista del hotel Hilton Miami, ubicado en Biscayne Boulevard, donde me quedé prácticamente un año”.

A comienzos de este mes, en el teatro Riviera de Miami, el ministro cónsul Juan Carlos Toledo le hizo entrega de una placa en reconocimiento a sus 36 años de vida artística.

“El bolero es un poema hecho canción”, afirma el cantante y pianista, quien cuenta que selecciona su repertorio con mucho celo y cuidado porque el bolero tiene que ser bien interpretado y vocalizado para que transmita esa historia de amor que encierra. Interpretando esas canciones románticas ha visto a damas llorar de emoción, como también parejas distanciadas, reconciliarse. Ahora en sus giras internacionales, en homenaje de los migrantes, canta además algunos temas de música nacional.

El próximo 16 de septiembre, él y Giselle Villagómez realizarán un homenaje a los emblemáticos boleristas Olga Guillot y Tito Rodríguez.

La noche en La Peña del Perro Azul está marcada por el bolero, cuando la voz y el piano de Omar Montalvo interpreta con profundo sentimiento: “La puerta se cerró detrás de ti/ Y nunca más volviste aparecer/ Dejaste abandonar la ilusión/ que había en mi corazón por ti”.