EFE
LONDRES.- La actriz y diseñadora Sadie Frost sufrió recurrentes episodios de depresión posparto durante sus años de relación con el actor Jude Law, y llegó a cortarse en uno de los brazos con unas tijeras.
Frost, de 45 años y quien tuvo tres hijos con Law antes de divorciarse, publicará en septiembre próximo su autobiografía, de la que esta semana ofrece extractos el periódico Mail on Sunday.
Publicidad
La actriz recuerda que cuando conoció a Law en 1990 era una mujer de 25 años, felizmente casada con Gary Kemp, miembro del grupo musical Spandau Ballet, con quien había tenido un niño.
Law era entonces un actor de 19 años, desconocido, con el que surgió inmediatamente una fuerte atracción física. "Desde el principio supe que solo con pensar en Jude estaba poniendo en peligro una vida hogareña idílica, la relación más segura que jamás tendré", dice Frost.
Publicidad
La atracción que sintió por Law y la intensa ambición de él hicieron que perdiera el control y abandonara a Kemp. La pareja no tardó en mudarse a vivir en el lujoso barrio londinense de Primrose Hill, donde la felicidad duró poco por las muchas ausencias de Law a causa de sus rodajes.
Sobre sus episodios depresivos, Frost dice que ella misma apretó el botón de autodestrucción tras el nacimiento de Rafferty, el primer hijo de la pareja (1996).
En aquella ocasión fue cuando se autolesionó.
"Vi mi mano agarrando lentamente unas tijeras. Era como si me hubiera hundido en la silla en la que estaba y las tijeras parecían atraídas por mi brazo. Parecía que me había cortado a mí misma. La sangre empezó a gotear de mis brazos. No sentí pánico. Solo me sentí vacía", escribe.
Tras ese episodio, pasó por el hospital y se sometió a terapia y medicación, y un año después se casó con Law.
Pero las depresiones volvieron tras los nacimientos de su hija Iris, en el 2000, y de su hijo Rudy, en el 2002, algo a lo que contribuyó un matrimonio turbulento, que terminó al saberse que Law tuvo una relación amorosa con la niñera.
"Jude seguía aceptando muchos papeles y yo ya me sentía muy mal, tratando de mantener viva la relación", señala. Sobre el momento de la separación, dice que llegó cuando Rudy era un bebé y fue al regreso de unas vacaciones familiares en Tailandia. "Le pregunté si me quería, pero no hacía falta que me contestara. Yo sabía la respuesta".
El divorcio la llevó a una clínica para ser tratada de depresión, pero hoy Frost se encuentra recuperada.
"Cada mañana me despierto con mis cuatro hijos. Nos tomamos al menos siete tazas de té durante el día y por la noche tomamos tazas de chocolate y nos abrazamos. No es algo glamuroso, pero estoy feliz", asegura la actriz.