La reciente exhumación de los restos de Simón Bolívar desató las críticas de analistas, políticos e historiadores venezolanos, y puso en evidencia, nuevamente, el esfuerzo que el presidente Hugo Chávez Frías hace para que su proyecto político sea comparado con el del Libertador.
Bolívar falleció en la ciudad colombiana de Santa Marta aquejado de tuberculosis, según la historia oficial, pero Chávez está convencido de que fue asesinado: “(Francisco) Santander (héroe colombiano y contrafigura del prócer venezolano) no dudó cuando le propusieron matar a Bolívar”, dijo en una ocasión. Y en noviembre del 2007, el mandatario venezolano se refirió al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, diciendo: “Ellos son Santander, que mandaron a matar a Bolívar”.
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Chávez busca tener un liderazgo mesiánico, llevar su sistema político de izquierda a nivel continental y para ello qué mejor figura de cambio regional que Bolívar, quien liberó al menos a cinco países”, explica a este Diario, vía telefónica, Daniel Varnagy, doctor en Ciencia Política y jefe del departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
Varnagy recuerda que el mismo Chávez ha dicho en varias oportunidades que se considera el émulo del Libertador en el siglo XXI, al afirmar que “lucha para liberar a Venezuela y al continente de la opresión de los factores tradicionales del poder y del capitalismo”.
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Agrega que “incluso hay evidencia de que considera ser su reencarnación, pues practica la ‘religión’ sincrética, de características propias venezolanas, que mezcla el catolicismo con creencias afroindígenas, y en la que Simón Bolívar es una figura macrorreligiosa”.
“Esto hay que verlo en el contexto de la llamada revolución bolivariana. Significa que debe crecer cada día más el altar de esa llamada revolución. Necesitan de sus creencias, mitos y figuras para introducir el nuevo héroe, que necesita acompañantes”, como la ecuatoriana Manuelita Sáenz, quien fue su compañera sentimental, dice a BBCMundo el historiador Agustín Blanco Muñoz, de la Universidad Central de Venezuela, para quien el personaje está siendo utilizado con el objeto de “manipular la conciencia colectiva”.
Según el presidente de la Academia Nacional de la Historia, Elías Pino Iturrieta, “le buscaron una pareja revolucionaria al Padre de la Patria, y Manuela (…) sirve para el cometido”.
Varnagy coincide y destaca que así como la figura de la ecuatoriana, “utilizada como un elemento de distracción dentro de la realidad social y política venezolana, Chávez va a querer usar algunos de los elementos del descubrimiento del cuerpo del Libertador para justificar la ruptura de relaciones con Colombia”.
“Todos los movimientos de cambio político han buscado un referente histórico. Así lo hicieron los sandinistas con Sandino, los zapatistas con Zapata”, justifica el profesor de origen venezolano Miguel Tinker Salas, profesor en la Universidad de Pomona, Estados Unidos.
Pero Teodoro Petkoff, opositor al régimen y director del diario Tal Cual, afirma que Chávez hace una “utilización abusiva y manipuladora de la figura y el pensamiento de Bolívar, hipertrofiando el culto a niveles que jamás tuvo antes, y manipulando y reescribiendo la historia, inventando un Bolívar socialista”.
Varnagy resalta que las supuestas coincidencias entre el proyecto de Chávez y el de Bolívar son solo teóricas, porque su movimiento no era de izquierda o social, como el de Chávez. “Bolívar impulsó un movimiento libertario que tenía como modelos la revolución francesa y la independencia estadounidense”.
Incluso ve como únicas similitudes el hecho de que ambos son militares, con un entendimiento vertical de las instituciones, y destaca que Simón Bolívar, aunque asumió todos los poderes y fue un dictador, “creía en la independencia de las instituciones”, porque “era un humano con aciertos y con fallas”.
“Los movimientos de independencia en América Latina no tenían intenciones de emprender cambios revolucionarios en la estructura de la sociedad y la economía”, asegura John Lynch, profesor emérito de la Universidad de Londres y biógrafo del Libertador.
“Bolívar nunca dijo ser revolucionario en ese sentido. Era muy astuto para pensar que podía cambiar fundamentalmente la sociedad y la economía que había heredado con simple legislación. Necesitaba ir gradualmente. En muchas de sus estrategias, como su posición frente a la esclavitud o sus declaraciones de igualdad legal para todos los grupos sociales y raciales, sus políticas fueron reformistas y no revolucionarias”, sostiene Lynch.
Agrega que al hablar de sí mismo como un revolucionario bolivariano, “Chávez está usando un lenguaje que Bolívar nunca utilizó”. Más aún, “Bolívar no era antiimperialista en un sentido general”. Pese a su lucha contra España, “él no tenía problemas con Gran Bretaña e incluso mostró deferencia frente al poder británico”, finaliza.