Aunque en Ecuador es desconocida la valiosa propiedad de los subproductos que se obtienen de las cabras, la empresa La Pampilla, ubicada en Yaruquí, a una hora de Quito, decidió emprender el reto e iniciar la actividad con tecnología de punta para garantizar calidad e higiene a los consumidores.
Marta Verástegui, de 28 años y propietaria del aprisco, indica que lo que inició como un hobby lo convertirá en un negocio.
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Emprendió la actividad con 60 animales importados de Chile de la raza Saanem y algunas cruzadas con Nubian que no producían más allá de dos litros de leche por día. En este momento, con ayuda de inseminación artificial, tiene 170 animales.
Investigando se pudo dar cuenta de que estos animales con buen manejo y mejoramiento genético podrían darle mucho más, y en estos momentos tiene cabras que dan tres litros y algunas han llegado a los seis litros, siendo su producción actual diaria de 140 litros.
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Para Verástegui es un mito decir que la cabra es destructora de la tierra que habita. “Eso es falso”, enfatiza.
“Este es un animal con un gran instinto de supervivencia y que si no se le da de comer consumen lo que encuentre. Pero cuando el animal es tratado con los cuidados necesarios, alimentación balanceada y en su momento, la bondad de los caprinos puede hacer de esto una actividad muy rentable”, explica la microempresaria.
En la actualidad ya produce quesos, algunos con especias, leche y manjar. “Un inconveniente –explica Verástegui– es que en Ecuador aún no se logra entrar de lleno al mercado por falta de conocimiento de lo que representa el producto para la salud, pero pronto emprenderemos una campaña de consumo y estamos buscando distribuidores en las diferentes ciudades”, acota Verástegui.
Experiencia en otros países
En Uruguay, la cría de cabras es una actividad muy rentable a pesar de que no se está utilizando ni un 10% de su potencial. Es considerada la vaquita del pobre ya que su precio es cinco veces inferior al de una vaca lechera y es posible mantenerla en un jardín, necesitando 20 veces menos lugar que una vaca para vivir. Las razas lecheras producen 10% de su peso vivo en leche diario, promediando los cuatro litros de leche, suficientes para mantener una familia media.
En Colombia esta actividad ha tenido mucho auge. Hay programas de fomento caprino como alternativas de solución para atenuar los problemas de pobreza y desnutrición de algunas zonas de ses país por el valor nutricional que contienen la carne y la leche de cabra.
La producción de leche caprina en Colombia, en la mayoría de casos, es recolectada en forma manual. Su destino es principalmente la elaboración de quesos artesanales y una parte se destina al consumo en fresco constituyéndose, en algunas zonas del país, en el único alimento lácteo.
La leche de cabra presenta bondades especiales como un contenido menor de lactosa y moléculas de grasa más digeribles y más sólidos totales en comparación con la leche bovina; expertos indican que es similar a la leche materna.
Existen estudios donde se demuestra que en un potrero bien manejado de pasto se puede alimentar a 45 cabras de 40 kg de peso vivo, que es el equivalente a pastorear 4 vacas de 450 kg cada una. Es decir que bajo estas condiciones de alimentación con lo que se alimenta una vaca se pueden alimentar once cabras.
El principal exportador de carne caprina, según la FAO, es Australia que abarca el 50% de las exportaciones, seguido por Uruguay que reportaba el 24% de las exportaciones mundiales en el 2007. Pakistán ocupa el tercer lugar con el 12% de las exportaciones totales. Es evidente que ocurre este tipo de comportamiento en los países que poseen mayor tradición y evolución genética.