El sábado 10 de abril, mi hijo llegó de los Estados Unidos. Como él venía en silla de ruedas, en el aeropuerto de ese país le pidieron su bolso de mano, se lo aseguraron con un candado y lo agregaron como carga, junto a la maleta que traía.
Con gran asombro e indignación, al momento de desembarcarse aquí en Guayaquil y retirar su equipaje, pudo comprobar que la maleta había sido abierta y el candado del bolso de mano estaba roto y con el cierre dañado. Al verificar su contenido, encontró que le habían sustraído de la maleta parte de su equipaje personal, como son nueve prendas de vestir y dos perfumes; y del bolso de mano, una cámara digital –de una reconocida marca– recién adquirida, habiendo hallado únicamente el folleto de instrucciones. Cuando realizó el respectivo reclamo al personal de la compañía en la cual se trasladó, le respondió que no tenía derecho a reclamo alguno por cuanto venía supuestamente con sobrepeso y que si quería, enviara un mail o correo electrónico, pero no le dio esperanza alguna de recuperar lo perdido, ocasionándole con ello un fuerte disgusto que provocó una recaída en su salud, puesto que venía enfermo.
Lo que le sucedió a mi hijo, sé que también le ha ocurrido a otras personas. Espero que de alguna manera se puedan remediar estos atracos a los viajeros, y se investigue en qué momento y por parte de quién o quiénes ocurren, ya que significan un desprestigio para nuestra ciudad.
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Yolanda Morla Vásquez,
Guayaquil