El argot popular ecuatoriano recoge el término “caretuco” o “cara de tuco” para definir a una persona descarada y sinvergüenza. Dicho término es pan nuestro de cada sábado a partir de las 10 horas en las coloridas cadenas.

Visité un hospital público de la capital y palpé el pésimo trato que reciben los usuarios por parte de doctores y enfermeras, así como el deteriorado estado de las instalaciones donde existe carencia de camas, personal, equipos y medicamentos. Días atrás, cruzando una avenida en una fría noche quiteña, un padre con su hijo de máximo 6 años, hacía malabares con pelotas de tenis, con una vestimenta muy playera, recibiendo pocos centavos de los conductores de carros que pasaban. Desde hace dos años, mensualmente compro alimentos y artículos básicos de consumo diario en supermercados, la primera factura fue de $ 125, y la última hace 10 días, de $ 180, sin haber aumentado la cantidad de productos sino disminuido; son 55 o 44% de incremento, pero qué raro, la inflación de estos últimos dos años es menor a ese porcentaje.

Por las calles es notorio el incremento de vendedores ambulantes, magos, limpiadores de parabrisas, mendigos, niños pidiendo dinero y comida, lo que demuestra el aumento del desempleo, trabajo informal y de la mendicidad. Cada día en la oficina escucho sinnúmero de historias de robos, casi robos, hurtos, casi hurtos, secuestros, casi secuestros, asesinatos y casi asesinatos, los cuales han tenido como víctimas a compañeros de trabajo, sus familiares, amigos y conocidos. En estas semanas busqué escuela para mi hijo, una fiscal en la que recibiera buen trato y buena educación, pero de las dos seleccionadas ninguna fue priorizada por la mala atención del personal administrativo y porque se necesita dormir varios días en las afueras para conseguir cupo, por no tener “palanca”; sin embargo, la salud y la educación ya son “de todos”, por eso escogí una institución particular.

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Semanas atrás fue tema de noticias las cifras del gasto por propaganda presidencial en los últimos tres años, a lo cual para el análisis debemos sumar el gasto de logística y viáticos por cada gabinete itinerante y el gasto por propaganda de ministerios y otros. ¿A cuánto ascenderá el gasto público de los tres rubros mencionados?, me atrevería a decir que mínimo $ 40 millones en tres años. Con ese dinero cuántos doctores y maestros se pudieron haber contratado; cuántas escuelas, hospitales o albergues se pudieron haber construido.

Si tenemos a tanto ecuatoriano muriendo de hambre, mendigando, robando, matando, que no le alcanza el sueldo, que no encuentra buena educación ni salud… Me pregunto, ¿quién es verdadero “caretuco”?, ¿aquel que hace contra al Gobierno con fundamentos o sin estos, o quien gasta desmesuradamente recursos públicos que podrían ser invertidos en establecer grandes centros hospitalarios (con todos los servicios y medicamentos) y educativos (con profesores y medios de primer nivel) acordes a la necesidad de cada provincia; albergues para tantos que viven en calles o covachas; y en centros de dotación de comida para quienes pasan en las calles mendigando?

Jean Grunauer Calle,
Quito