QUITO
SANTIAGO MOLINA.- "Casi dos décadas esperé para que The Cranberries haga el anuncio de que llegaría al Ecuador para tocar. Esta ha sido mi banda preferida, tanto que tuve que ahorrar un año completo para comprarme, en 1994, a 11 mil sucres, el disco titulado No Need to Argue", manifestó emocionado Felipe Jaramillo, diseñador de 32 años, mientras hacía la fila para ingresar al concierto.
Diez minutos después de las 21:00 del miércoles pasado, los sonidos de una fuerte guitarra eléctrica junto a una acompasada batería anunciaban que la música de la banda irlandesa creada en 1989, en Limerick, estaba por encender la noche quiteña. Los hermanos Hogan, Noel y Mike, fundadores del grupo, dieron las primeras notas para que la vocalista Dolores O'Riordan inicie un repertorio cargado del clásico rock alternativo que los identifica y, claro, nunca dejando de lado el folk irlandés que los diferenció de otras agrupaciones en la década de los noventa.
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La fuerza interpretativa de Dolores no fue aplacada ni por una afección de garganta que le dejó el concierto que dio en Lima, el 8 de febrero pasado.
En el escenario no se notaron los casi siete años que la agrupación dejó de tocar junta. Canciones como Animal Instinct, Freedom o Dreaming my Dreams sonaron como cuando fueron éxitos.
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Los más de ocho mil espectadores que llegaron a la Plaza de Toros Quito disfrutaron de un clásico concierto europeo en el que se dio prioridad al sonido de la banda y a la voz de la vocalista, antes que a la pomposidad del escenario.
La informalidad de los jeans y los tenis que usaron los integrantes de la banda, más una juguetona actitud de Dolores con el público, hizo que este concierto se viva como íntimo. Los asistentes aplaudieron por varias ocasiones la afectividad de Dolores al contar partes de su vida familiar que le venían a la memoria antes de iniciar canciones como Ode to My Family, Promises o Free to Decide.
La vocalista de 38 años comentó, incluso, que algunos de sus éxitos los dedicó a uno de sus cuatro hijos y contó cuán complicado es para una mujer vivir en este mundo.
La voz casi de ópera de Dolores, acompañada de esas tonadas medievales marcadas de rock, llevaron a los seguidores de The Cranberries por una serie de emociones. Una de las más fuertes fue cuando llegaron los éxitos Zombie, Salvation, Ridiculous Thoughts o When You're Gone.
Quienes tenían más de tres décadas a cuestas retrocedieron a sus tiempos de colegio y gozaron de pie todo el espectáculo. Una ovación ensordecedora llenó el coso de Iñaquito cuando Dolores bajó del escenario para interactuar con el público y se colgó en el cuello una bandera del Ecuador, de la cual dijo tenía hermosos colores. A las 22:35 las luces se apagaron, mientras en el ambiente quedaba un agradecimiento de Dolores al público por ayudarle a cantar y los deseos de volver al país en otro momento. Para Carlos García, guayaquileño de 22 años, valió la pena el viajar todo el día para ver a uno de sus grupos favoritos de rock. "Yo tenía que trabajar, pero esta oportunidad no me la podía perder. Son casi 20 años que se han demorado en tener un concierto en Ecuador y, por más deseos de volver que dice tener la banda, yo me quedo con lo que viví hoy", indicó.