Una serie se hace en el tiempo, se consolida, se torna fuerte o decae hasta que desaparece de la parrilla. Ghost whisperer ya emite su quinta temporada en Sony, y tiene a sus espectadores cautivos que la siguen aunque la cambien de horario. No se trata de creer o no en fantasmas, ni de escucharlos o enloquecer por su presencia o su misterio.

Vivir entre fantasmas, como lo hace Melinda Gordon (Jennifer Love Hewitt), involucra más aspectos que el miedo. Cierto es que la serie tiene un corte medio religioso por aquello de ayudar a que los espíritus crucen el umbral y sigan la luz, pero detrás está un guión bien estructurado, con picos de tensión que van más allá del grito, el brinco y el susto.

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Lo que hace a Ghost whisperer digna de buena audiencia no es solo el hecho de haber sido una de las primeras en el género de lo paranormal, sino que hay un conflicto permanente entre el don y la maldición de poder ayudar; un conflicto entre los personajes secundarios, un conflicto en Melinda, y todo esto pasa a ser decorado versus los conflictos de los propios espíritus.

Cuánto hay de real o de ficción en esta serie es irrelevante, lo importante es que además existe una excelente producción de efectos especiales que transmiten emociones y que hacen al espectador seguir pensando en la vida aún cuando los créditos anuncien que será hasta el próximo capítulo.