Los viticultores ingleses lo admiten sólo a media voz, pero se benefician del calentamiento climático que preocupa al planeta en vísperas del inicio de la conferencia de Copenhague: la vendimia ha sido prodigiosa en 2009, sobre todo para los vinos espumosos.
"Sacamos partido de una catástrofe mundial. Parece horrible, desplazado, pero es así", reconoce Christopher Foss, jefe del servicio de estudios vinícolas en el Plumpton College, en el condado de Sussex.
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"El sur de Inglaterra gozará en 10 años del clima actual del valle del Loira, y en 20 años del de la región de Burdeos", explicó a la AFP en referencia a dos de las principales regiones vinícolas francesas.
Desde ya, los productores ingleses que plantan miles de hectáreas de viñas en zonas olvidadas desde la época de los romanos y los normandos, se frotan las manos. La cosecha 2009 se anuncia de excelente calidad, con una producción récord que superará los tres millones de botellas, un 50% más que la media de los cinco últimos años.
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Los viticultores diseminados por una veintena de condados mayoritariamente en el sur del país basan muchas de sus esperanzas en los vinos blancos y en los espumosos elaborados según el método de Champaña. Esta apelación de origen está estrictamente protegida.
Los ingleses insisten, sin embargo, en la cercanía geográfica entre el "jardín de Inglaterra" y la región de Champaña, distantes de 350 km pero geológicamente próximas debido a un suelo argilo-calcáreo comparable.
Además, científicos de Cambridge acaban de establecer que el canal de la Mancha que separa ambas regiones era un amable lago hace apenas 9.000 años.
No obstante, recientes previsiones de Greenpeace provocaron reacciones diametralmente opuestas en una y otra orilla de este brazo de mar, suscitando consternación en las regiones vinícolas de Borgoña y Côtes du Rhône, y una satisfacción evidente en los viñedos de los condados de Sussex, Kent, Dorset o Gloucestershire, que reivindican un tinto joven "más viril".
En un informe difundido en septiembre, la asociación ecologista predice que antes del siglo XXI, "la latitud óptima para el cultivo de la viña se desplazará 1.000 kilómetros en dirección del hemisferio norte", si no se hace nada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La variedad de uva Pinot Noir, materia prima única de los tintos de Borgoña, empieza a tener problemas para adaptarse en Francia, y algunos vinos han perdido su especificidad. Tienen más azúcar y por tanto también una mayor graduación alcohólica.
La satisfacción inglesa podría ser corta. Porque aunque 2 grados más son una bendición para la calidad de la uva, otra cosa muy diferente sería que se cumpliera el pronóstico de una subida de las temperaturas de entre 6 y 8 grados centígrados antes de fin de siglo.
Richard Selley, geólogo especializado en petróleo y viñas, y profesor emérito del Imperial College de Londres, señala que al ritmo al que van las cosas algunas regiones meridionales inglesas podrían ser poco aptas para la viticultura, a causa del calor, dentro de 75 años.
Por el momento, los vinos ingleses ganan medallas en los concursos internacionales, en particular los espumosos elaborados a partir de una combinación de las variedades Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay, explica Christopher Foss.
"Tienen el maravilloso perfume de los setos, de las manzanas inglesas y de una bella tarde de otoño", se extasía el crítico Tim Atkin.
Los "sparklings", "bubblies" o "English Fizz" son cada vez más populares entre los consumidores activos de productos locales, a pesar de estos pueden todavía perfeccionarse y de sus elevados precios.
Pero la producción nacional, que se bebe enteramente en el territorio, no basta para apagar la sed de los británicos. Estos siguen siendo los primeros importadores mundiales de champagne, con 30 millones de botellas anuales, y sólo 0,3% del vino que consumen es de origen inglés.