Oswaldo Muñoz Mariño dice estar emocionado: lanzó sus libros Croquis I y Croquis II y presenta una exposición pictórica en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con cuadros relacionados con detalles de las ciudades calificadas como patrimonios de la humanidad.
Según el presidente de la Casa de la Cultura y autor del prólogo de las obras, Marco Antonio Rodríguez, los libros de Muñoz Mariño “son una recopilación de dibujos que constituyen un valioso testimonio de aporte a la memoria colectiva”. “En su labor artística, Muñoz Mariño es un verdadero pionero en valorar los patrimonios de la humanidad”, señala Rodríguez, opinión que es corroborada por el artista.
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¿Qué es lo que más le llena de estos dos libros?
Todo. Desde la primera hasta la última página. Me encantan esas imágenes del patrimonio de la humanidad, del mar, de las barcas.
¿Deben traerle muchos recuerdos?
Sí, porque yo andaba tanto por ahí, por todos esos sectores, por las iglesias, los rincones más bellos de esas ciudades, pero también andaba suelto frente al mar.
¿Qué siente usted por el mar?
Mucho afecto porque proyecta muchas ideas.
¿Y por las ciudades patrimonios?
Los tesoros patrimoniales son una fantasía.
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Han sido parte de su vida...
Claro, como yo estudié para eso... me encantan.
¿Por cuál de las ciudades patrimonios guarda más admiración?
Tal vez por Quito, porque su patrimonio es muy rico. La Unesco tiene clasificados sus monumentos y en esa calificación están los de Quito como parte fundamental. Y eso es importantísimo.
¿Qué se puede resaltar de su trabajo en la Unesco?
Eso fue espontáneo. Hacía mis trabajos en Ecuador y me invitaron a Cracovia, porque Quito y Cracovia son los primeros patrimonios de la humanidad. Fui a Cracovia y me quedé mucho tiempo porque me atajaban. Los expertos de París iban a ver mi exposición en Cracovia. En una ocasión llegó el director de la Unesco y me invitó a París, me pareció una deferencia especial y acepté gustoso. Muchos países hubieran dicho nombren a un pintor de mi país.
¿A quién dedica el trabajo recopilado en estos dos libros?
A Ecuador, porque esto se va a quedar aquí, aunque yo viví muchos años en México. Y ese país es muy importante en la historia de mi vida.
Usted también vivió y trabajó en Guayaquil, ¿qué recuerdos tiene de este paso en su vida?
Trabajé un año en Guayaquil, antes de ir a México.
¿Cómo fue su vinculación con Guayaquil?
Benjamín Carrión, en ese tiempo presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, nos envió a un grupo de compañeros estudiantes del Colegio Nacional Mejía, para presentar una exposición sobre estadística y cultura. Allí comenzó todo con Guayaquil, porque luego fuimos contratados por una compañía para hacer diseños para carreteras. Allí estuvimos un año. Nos pagaban mil sucres mensuales, que para ese tiempo era mucho dinero.
¿Y en ese año, usted llegó a conocer a Guayaquil?
No, una pena, porque Guayaquil me fascina. Lo que pasa es que trabajaba diez o más horas diarias. Me faltó tiempo para conocerle. Me propuse trabajar un año en Guayaquil y luego me fui a México, adonde llegué luego de estar casi anclado en Panamá por falta de transporte para el país azteca.
¿En los libros y en la muestra están cuadros inéditos?
En parte, porque hay cosas que ya han salido en otros lados. Esto es, más bien, solo un fragmento. Todavía tengo más. Siempre he estado y estoy entusiasmado con los patrimonios de la humanidad. Y quiero seguir en esto. Pintar el patrimonio me emociona. He estado en todo lado, conociendo sus patrimonios.
¿Y le falta mucho por conocer?
Sí. Uno nunca terminará de conocer todo lo bello que hace la gente en el mundo entero.
¿Y adónde viajará en los próximos días?
No sé. Iré tal vez a China. Estas visitas me apasionan. Estuve en India, durante tres meses. Fue maravilloso. Hicimos un recorrido fabuloso y encontré historias lindísimas.