Mi vía crucis empieza desde que el Municipio coloca –atendiendo la  respectiva solicitud–, en la esquina de Costa Rica y Washington, un letrero que indica que por ordenanza municipal está prohibido dejar basura, pues el que lo haga será sancionado.  Esto está correcto.  Si opto por dejar mi basura en la esquina, a pesar del letrero, seré citada y sancionada en un abrir y cerrar de ojos; así de rápido necesito que me indiquen ¿dónde dejo mi basura? Esta pregunta la he hecho al Municipio desde el 19 de octubre, por teléfono y por escrito.  A pesar de recibir la visita del inspector el miércoles 21, quien sugirió: “Deje su basura frente a su casa, que sí la van a recoger”, o “si usted no está en casa, que la empleada lo haga u otra persona”. Yo la dejaría fuera de mi casa, pero ¿quién se responsabiliza si no es recogida a tiempo? El detalle está en que no hay horario de recolección de basura, por lo tanto, estaría llamando a perros, gatos, roedores, chamberos, etc., para que hagan feria con los desperdicios.

El inspector, antes de emitir un criterio o solución, debería de recorrer el sector, colocar donde se amerite los letreros correspondientes de prohibición e instruir a todos los moradores sobre actuar correctamente con respecto al tema de la basura. 

Hay cerros de desechos en las esquinas, en mitad de las calles menos transitadas por vehículos; pero no es aceptable que yo sea parte de la falta de organización, dejando mi basura en estos lugares. Es mi obligación como guayaquileña mantener limpia la ciudad y más aún mi querido Barrio del Seguro.

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¿Cómo hacía antes? Pues la dejaba en  la esquina (cuando no había ningún letrero), siempre y cuando no haya pasado el carro recolector, situación que se acordó con la dueña de la casa esquinera. Comprendo las molestias no solo para quienes habitan en casas esquineras, sino para los que vivimos en el sector: la acumulación de basura, que ocasiona enfermedades, malos olores, etc.,  y no falta un chambero mal educado que no entiende que al romper las fundas la basura se riega y los señores de la recolección (sin horario) llegan al vuelo y “agarra lo que puedas”, y dejan restos de desperdicios en calles y veredas.

Todos pagamos una tasa por recolección de basura y, por lo tanto, tenemos el derecho de que el servicio sea,  si no óptimo, por lo menos poner énfasis en los horarios asignados a esta labor y cumplirlos a cabalidad, caso contrario, recibir multas en un abrir y cerrar de ojos.

Myriam Cárdenas Amores,
Guayaquil