Hay que ver a São. Contemplar sus enormes ojos cargados de vitalidad y esa sonrisa dibujada en su bella piel negra. Nadie, seguramente, sospecharía el infierno que arrastra a sus espaldas. Ángeles Caso (Gijón, 1959) ha querido sacar del anonimato la historia de esta mujer caboverdiana de cuerpo rotundo que años atrás cuidó de su hija y se ocupó de las tareas del hogar. São (María da Conceição Monteiro Soares es su nombre completo) se erige como protagonista de Contra el viento, novela ganadora del Premio Planeta (el galardón mejor dotado del mundo con 889.480 dólares). Que nadie espere una versión edulcorada del fenómeno migratorio. En las páginas de esta obra coral se respira el desarraigo, los malos tratos, el racismo. Hay dolor y miedo, pero también esperanza y solidaridad. Caso, en una entrevista con Diario EL UNIVERSO, se emociona hasta las lágrimas al reivindicar el papel de las “heroínas del siglo XXI”. Las inmigrantes.

¿Cuál es el propósito de Contra el viento?
Contar la historia de una mujer muy valiente con una enorme fortaleza y que representa a muchas mujeres inmigrantes. Lo que intentaba de alguna manera es que gracias a la novela, la gente de aquí mire a estas personas de otra forma porque no les prestan ninguna atención. No se molestan en sentarse con ellas, tomarse un café y preguntarles por su vida. Me apetecía que la gente se parase a pensar que estas mujeres que vienen a limpiar tienen una vida que merece la pena escuchar.

Publicidad

La barrera parece infranqueable...
Sí. La dinámica es ella, viene, yo le pago y poco más. Pero si esa persona está cuidando lo mejor que tenemos, nuestros hijos y nuestros padres, no entiendo cómo podemos mostrar ese desinterés.

¿Liberación de la mujer europea a cambio de explotación?
Efectivamente, nos hemos liberado de la carga de tareas domésticas, del cuidado de los niños y de los ancianos a cambio de explotar a mujeres que vienen de condiciones más duras y que no pueden elegir, vienen por necesidad y arrastran un drama detrás. Aquí las tratamos mal y las pagamos mal.

Publicidad

¿No es utópico pensar que una novela, pese al eco mediático que tiene ganar el Premio Planeta, va a conseguir que se escuche más la voz de las inmigrantes?
No creo que una novela pueda cambiar el mundo. Lo que sí creo es que las hijas e hijos de estas mujeres tienen que aprovechar la oportunidad de vivir en España para llegar a tener su propia voz. Esta novela no debería haberla escrito yo sino ellas, las inmigrantes. Este fenómeno se está dando en Francia, donde ya hay escritores que son inmigrantes de segunda generación y que han hecho valer, precisamente, su propia voz.

¿Qué es lo que ha aprendido con esta experiencia?
Es la primera vez que tengo la sensación, después de haber terminado el libro, de que he aprendido cosas sobre mí misma y sobre la vida. Esto normalmente no me pasa, me suelo quedar con más dudas. He profundizado en la idea de que en esta parte del mundo somos unos privilegiados por estar rodeados de comodidades, de bienestar, cuando la inmensa mayoría de la población del mundo vive en circunstancias de pobreza, de escasez, de dureza.

Precisamente la novela refleja esa contraposición de África contra Europa, la vitalidad contra la tristeza, el acariciar el mundo o pisotearlo. Yo creo que los europeos estamos muy mimados y pese a eso vivimos cansados. En cambio, la gente que viene de otras zonas del mundo, con menos privilegios, tiene una vitalidad, una fuerza, una energía y una alegría de vivir que nosotros en buena medida hemos perdido. Necesitamos meternos algo artificial, drogas o alcohol, para hallar esos momentos de felicidad.

Contra el viento

¿Puede interpretarse como una forma de rendir un homenaje a la solidaridad femenina?
En el mundo africano esa solidaridad es más fuerte que aquí. Estoy harta de esa idea que circula sobre que ya nadie cree en los buenos sentimientos. Yo sí creo en la solidaridad, en la ternura. Es importante para vivir y quiero defenderlo. No quiero tener esa postura de europea escéptica de que todo el mundo se vende.

São descubre el racismo en Lisboa cuando le gritan por ser negra. ¿Cree que España es un país racista?
Esa escena, en concreto, le ocurrió a otra de mis amigas caboverdianas. Pasó en Madrid hace unos meses. Ella viajaba con su niña pequeña en un tren de cercanías y dos mujeres les increparon para que se levantaran del asiento. Las agredieron, hicieron sangrar a la niña y les dijeron ‘negras de mierda volveros a la selva’. No es una escena inventada, sino real. En España nos hemos creído el cuento de que somos muy buenos, que acogemos muy bien a la gente, de que no somos racistas, pero es una verdad a medias. Hay personas estupendas, pero hay mucha gente racista y clasista y no queremos reconocerlo.

¿Y usted se parece en algo a São?
No lo sé. Me gustaría parecerme en la fuerza que ha tenido para resistir condiciones tan duras, en la capacidad de salir adelante y de enfrentarse a situaciones en las que yo no sé qué haría.

¿Hasta qué punto este libro le ha servido a São como catarsis?
Creo que está en ese proceso. Ella dice que salió de España por la trastienda y esto es como volver por la puerta grande. Confío en que el hecho de escribir su historia y convertirla en una persona ejemplar le permita superar todas las cosas horribles y le haga sentirse orgullosa por todo lo que ha conseguido con su lucha inalcanzable.

¿El lector se enfrenta a una novela femenina o feminista?
Las dos cosas. Feminista porque defiendo la igualdad de la mujer respecto al hombre y la obligación a no someterse al capricho, la agresividad y al dominio masculinos. Y es una mirada femenina, porque mi mirada es una mirada de mujer. Reivindico mi derecho de mujer a escribir como mujer.

¿No cree en la literatura neutra?
No quiero hacer una literatura neutra. La literatura que se ha hecho a lo largo de los siglos ha estado dirigida por los principios éticos y estéticos masculinos. Cuando las mujeres en el siglo XX empezaron a incorporarse activamente a la literatura se dejaron arrastrar por esa idea de que no hay género en la literatura. Sí hay género. Mi mirada no puede ser la misma que la de un hombre.

Bueno, los hombres tampoco salen bien parados en esta obra...
No todos, hay algunos muy defendibles, pero es que es lo que hay. Los tres hombres fundamentales y dañinos en la vida de São son un padre que la abandona, el jefe que intenta violarla y el marido. Los tres son reales. Yo qué voy a hacer, serán ellos los que tienen que cuestionarse por qué los hombres salen tan mal parados.