Supuestamente para que no escape de su casa y salga a robar, desde hace tres meses una madre dejaba encadenado a uno de sus hijos de 11 años a una cama de su vivienda, como si fuera un animal rabioso.
El menor fue descubierto por un morador del sector que observó el hecho y alertó a la Dirección Nacional de Policía para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen).
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Tras la denuncia, agentes de la entidad acudieron a las 17:00 del martes a la vivienda, ubicada en las calles Ángel Espinoza y Nicolás Rodríguez, zona 11 del Comité del Pueblo, norte de Quito, donde encontraron un panorama desolador.
En el domicilio, de unos 25 metros cuadrados, había una sola habitación con cosas viejas regadas por el piso, como zapatos, colchas y papeles. El niño estaba sobre una de las camas con un candado y una cadena en su pie izquierdo, cual grillete de reo, que lo ataba a su lecho.
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Agentes de la Dinapen cortaron la cadena y retiraron al menor y a una hermana de ocho años, quien también se encontraba en el lugar.
Aunque se esperó hasta altas horas de la noche para detener a su madre y a su padrastro, estos nunca llegaron.
El niño encadenado y su hermana fueron trasladados a un albergue de la fundación Remar, ubicado en el sector de la Mitad del Mundo, donde permanecerán hasta que se ubique a otros familiares que los puedan cuidar.
El agente Pablo Caicedo informó ayer que se espera que un juez emita una orden de captura para detener a los padres.
Antonio Carlosamo, propietario del inmueble, contó que aparentemente la pareja, que salía desde temprano de la casa a trabajar, dejaba a sus hijos solos y sin comida. “A veces los vecinos les hemos dado de comer, pero no los podemos cuidar, porque los niños tienen mañas. Otras personas han visto a los pequeños pidiendo limosna”, dijo Carlosamo.
Un menor del sector, quien dijo ser amigo de los niños, comentó que el encadenado sacaba juguetes de su casa y los vendía o cambiaba por comida.
Por versiones de otros vecinos se conoció que la mujer tendría dos hijos más, una niña, menor que sus hermanos, y un varón que habría huido del lugar hace seis meses por supuestos abusos.
“El otro hermano de ellos huyó de la casa hace unos seis meses, porque decía que le pegaban. Aparte la señora tienen cuatro hijos mayores en la Costa”, dijo una moradora que prefirió la reserva de su nombre.
La madre del menor, según vecinos, trabajaría en un comedor, pero no regresaba hasta altas horas de la noche. Mientras que su pareja, padrastro de los menores, laboraría en una plantación de flores en el Valle de Tumbaco.