La falta de control en torno a la concha spondylus provocó que su población sea diezmada durante los últimos 30 años.
Hasta antes de la década del ochenta los pescadores de la zona sur de Manabí y lo que hoy es la costa de la provincia de Santa Elena la recogían como pesca de subsistencia.
Publicidad
Con el desarrollo del turismo la comida que se extrae del molusco se empezó a usar en la elaboración de platos típicos, lo que provocó que su captura se vuelva más comercial.
Además, los artesanos demandaron de la concha spondylus tipo princeps (más pequeña que la especie calcifer) para elaborar artesanías.
Publicidad
De ello se derivó que las técnicas de buceo evolucionen hasta incorporar el uso de compresores que proveen aire a los buceadores que se sumergen a 25 metros para capturarlas.
Mónica Fabara, una de las pocas biólogas que ha elaborado un estudio de la especie, cree que la veda indefinida para la captura y comercialización de la concha spondylus princeps y calcifer era urgente.
“Al romperse esas barreras comenzó el desequilibrio. Un año más capturándolas y esta especie hubiera desaparecido”, comenta la experta.
La veda está vigente desde el 1 de octubre pasado. Aunque Fabara considera que se deben reforzar los controles.
Una concha alcanza su madurez sexual entre los doce y quince años. Su lento proceso de crecimiento hace que alcance su adultez a los 80 años.
El tamaño del tipo calcifer alcanza 20 centímetros de diámetro, mientras que la princeps mide hasta 13 cm.
Richard González, buzo del Parque Nacional Machalilla, afirma que la prohibición se debió aplicar con anterioridad.